Puerto Rico: Miseria se agrava para los que no pueden irse

Puerto Rico: Miseria se agrava para los que no pueden irse

Jorge Telón. AFP PHOTO/Diego URDANETA

San Juan, Puerto Rico. La mayoría de las mesas están vacías en la cafetería de Walter Martin en el distrito colonial de San Juan. Él tiene el ceño fruncido, y sudor en la frente en la calurosa mañana caribeña.

Martin ha apagado el aire acondicionado para bajar su factura de electricidad. Como tiene menos clientes, ha reducido las horas de su personal y trata de compensar los ingresos perdidos subiendo algunos precios.

Pero la arraigada crisis económica de Puerto Rico hace que la gente recorte sus gastos personales a lo imprescindible o se vaya al continente para buscar trabajo, lo que agrava los problemas para los que se quedan en la isla.

Tras casi una década de profunda crisis económica, Puerto Rico no está más cerca de salir, y de hecho se espera que caiga más.

La tasa de desempleo supera el 12%. Unas 144.000 personas abandonaron el territorio estadounidense entre 2010 y 2013, y en torno a un tercio de los nacidos en Puerto Rico viven ahora en el continente.

En medio del éxodo escuelas y negocios han cerrado. Se espera que para 2050, la población de 3,5 millones de personas caiga a 3 millones.

El gobierno ha intentado aumentar los ingresos subiendo el impuesto sobre la venta al 11,5 por ciento, más alto que en cualquier estado de EEUU, y cerrado oficinas gubernamentales.

La adeudada firma puertorriqueña de electricidad ya cobra tarifas que de media suponen el doble que en el territorio continental de Estados Unidos, y está bajo presión de sus tenedores de bonos de que suba más los precios.

Un pago de deuda de 58 millones de dólares que vencía el sábado quedó impagado. Si la suspensión de pagos continúa, los analistas creen que el territorio afrontará numerosas demandas y un acceso cada vez más limitado a los mercados, lo que aleja aún más la recuperación.

Carmen Dávila, escaparatista y camionera retirada de 65 años, sacó hace poco su dinero del banco temiendo que el gobierno cerrase las sucursales y requisara el dinero.

Aunque Puerto Rico siempre ha tenido altibajos, señala, la situación actual es inaudita.

El éxodo de gente de la isla, sobre todo al centro de Florida y a Nueva York, es palpable. Casi todo el mundo conoce a alguien que se ha marchado o planea hacerlo pronto. El impacto de las salidas y el declive en el gasto de los que se quedan es evidente.

Hay menos gente en restaurantes y salas de cine, las familias han reducido las excursiones de verano a la playa y la montaña, e incluso los notorios atascos de tráfico de San Juan se han reducido.

José Hernández dijo que su trayecto al distrito colonial de San Juan, que antes llevaba unas dos horas, ahora le requiere unos 20 minutos.

Este vendedor de lotería de 62 años dice que si no fuera por los nietos a los que ayuda a mantener, se sumaría a los que se marchan, aunque reconoce que hacerlo sólo empeoraría las cosas, porque cuanta menos gente haya, menos pueden ayudar a impulsar la economía.

La situación actual es la peor que recuerda Hernández, que señala a las calles desiertas de clientes.

Su negocio de venta de lotería ha caído casi un 10%, lo que le obliga a mantener la compra a los productos básicos y recortar en lujos como cines y restaurantes.

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