Puig descubre en las sillas de El Cairo intimidad oculta de su gente

Puig descubre en las sillas de El Cairo intimidad oculta de su gente

Un objeto, las sillas de El Cairo, fue el punto de partida del joven dominicano David Puig para descubrir intimidades de la gente de esa antigua ciudad. En la medida en que transcurría su estadía en la capital de Egipto, desde el año 2010 cuando llegó al lugar como diplomático, le iban surgiendo preguntas relativas a un tema banal pero que representa la cotidianidad de la vida de las personas de El Cairo.
Para muchos podría ser una simpleza el detenerse a observar e investigar un simple objeto pero para David Puig, según explica a HOY, es de trascendental importancia buscar una explicación a las sillas de El Cairo por sus muchas lecturas y dinámicas culturales, socioeconómicas, urbanas, políticas y de género que definen a una ciudad que el mundo exterior y hasta interior la describe por sus grandes pirámides, faraones y mezquitas islámicas.
Antes de llegar a El Cairo, David Puig estuvo por varios años en Francia y La India representando en misión diplomática a la República Dominicana.
Encontró en El Cairo a la arquitecta egipcia Manar Moursi con sus mismas inquietudes, las que les llevó a compartir el proyecto de tomar fotografías y de plasmar sus experiencias en un libro escrito en inglés y árabe titulado como “Side walk Salón: 1001 Sillas del Cairo”.
Ambos, por sus intereses comunes de redescubrir esa inmensa ciudad de 20 millones de habitantes, se involucraron en un trabajo de investigación de más de dos años, en el que exploraron más de mil fotografías a sillas, ese objeto omnipresente con muchas historias.
El Cairo es una ciudad diversa, compleja, con muchas capas históricas, con monumentos de cinco mil años, de todas las épocas, con una arquitectura más reciente, que ha registrado un desarrollo en los últimos 20 años, con barrios que se han fundado en el desierto, en tierras que eran agrícolas, barrios muy pudientes, muy pobres. El Cairo tiene barrios con gente que acaba de llegar del campo, casi rurales, musulmanes, mixtos y cristianos.
Para David Puig y Manar Moursi la ciudad de El Cairo es como un rompecabezas de cosas muy diferentes, una ciudad fragmentada y fascinante. Pero más que mirar el pasado los profesionales estaban claros en que sus aspiraciones era adentrarse en el presente, o sea, investigar, escudriñar qué le pasa a la ciudad en la actualidad, cómo vive su gente y cómo se transforma.
En esa observación y comunicación directa con la gente de El Cairo se dieron cuenta que les interesaba de manera particular la vida cotidiana de las personas, no grandes eventos ni protestas. “Nos importan realmente esas cosas que ocurren en las calles, que pasan desapercibidas y que suceden en la cotidianidad”.
Las sillas de El Cairo. Le llamaba a la atención que a escasos metros de las avenidas de El Cairo estaban colocadas las sillas de diversos tipos, con remiendos, destartaladas, reparadas, a las que hace años se le terminó su vida útil y sin embargo, la gente seguía apegada a ese objeto.
“Son como muchos puntos en la acera que empezamos a ver, entonces nos imaginamos que eran como un hilo que unían todas esas sillas, si uno las seguía podía crear como una especie de correas sobre toda la ciudad”, expresa David Puig.
¿Por qué hay tantas sillas aquí? ¿Quiénes se sientan en ellas? ¿Por qué están arregladas de esa forma? ¿Por qué nunca las botan? ¿Por qué siempre las reparan y son únicas y se vuelven piezas interesantes?, eran de las tantas preguntas que se hacían y cuyas respuestas encontraron en su investigación.
Las más de mil fotografías que tomaron de El Cairo se convirtieron en un retrato bastante íntimo y cotidiano de esa ciudad, afirma Puig. Describir un objeto como las sillas y las personas que las ocupan no es muy común, dice.
Esa forma se inscribe dentro de un marco de reflexión que existe en las artes, la literatura y las ciencias sociales, la cual consiste en explorar la vida cotidiana, “los objetos más banales que están en nuestro alrededor, que se vuelven parte de la vida de la gente, que gustan, a los que se les asignan sentido pero que también trastornan”.
Revelaciones de las sillas. La silla afecta la vida en El Cairo y revela la densidad poblacional de esa ciudad, es decir, allí hay tantas sillas por los más de 20 millones de habitantes. Además, refleja el trabajo informal, la diversidad de los quehaceres, las tareas muy simples, las cuales se realizan sentados en las sillas colocadas en las aceras de las avenidas.
Puig explica que en la investigación se descubre un poco la división socioeconómica frente a las sillas, que de algunas manera corresponden a la falta de oportunidades que tiene la gente de encontrar trabajo.
En El Cairo hay una cantidad de vendedores informales, parqueadores, guardias y porteros que instalan sus sillas en las calles y desde esos espacios realizan sus labores. Las sillas son “sus puestos de trabajo”.
Otras de las conclusiones a los que llegaron los investigadores es que tantas sillas representan reducción de espacios en la construcción de las casas. Viviendas muy exiguas, no tienen espacios para el esparcimiento y la socialización de la gente, es por ello que salen fuera de sus casas con sus sillas.

Los autores descubren que en las zonas más centrales y comerciales de El Cairo solo se ven compartir a los hombres, se constituyen en espacios meramente masculinos.
En El Cairo existe el piropo y el enamoramiento. Los hombres sentados en sus sillas cortejan a las mujeres. Uno de los entrevistados testimonió que conquistó a la que hoy es su esposa sentado en su silla.
Puig dice que las sillas de El Cairo tienen al mismo tiempo testimonios bonitos y desagradables.

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