Barcelona.- El presidente del gobierno catalán destituido Carles Puigdemont pidió este martes a la Unión Europea que no apoye el «golpe de Estado» contra su región, donde los independentistas no lograron formar una coalición para las elecciones de diciembre.
Si los catalanes vuelven a darle la mayoría a los partidos separatistas en las elecciones regionales del 21 de diciembre, «¿van a aceptar el resultado de la votación de los catalanes?», preguntó Puigdemont a los dirigentes europeos, durante un discurso junto a unos 200 alcaldes catalanes en Bruselas.
O «¿van a continuar ayudando ¡al presidente del gobierno español, Mariano¿ Rajoy en este golpe de Estado restringiendo libertades?», dijo en su discurso, en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas (BOZAR).
Su gobierno cesado se encuentra desmembrado entre Bélgica y Madrid, donde ocho de sus miembros están encarcelados preventivamente en medio de una investigación por rebelión, sedición y malversación tras declarar unilateralmente la independencia de su región.
La misma acusación recae sobre Puigdemont y sus consejeros de gobierno pendientes de la decisión de la justicia belga sobre la orden de arresto y extradición emitida por la justicia española. Con el ejecutivo de Puigdemont destituido tras esa declaración suspendida por la justicia española, es el gobierno de Rajoy quien ahora controla esta región de 7,5 millones de habitantes hasta la celebración de las elecciones.
Los separatistas intentarán conservar el poder en esos comicios, para los que Puigdemont defendía un frente común de los tres partidos independentistas: su formación, el PDeCAT (conservador), ERC (Izquierda Republicana de Cataluña), y la CUP (Candidatura de Unidad Popular, izquierda radical). Pero este martes por la noche ERC descartó esa opción.
Su portavoz, Sergi Sabria, afirmó en un comunicado que «ante la imposibilidad de formar una lista verdaderamente unitaria, habrá que intentar coordinarnos sobre la base de candidaturas diferentes». Con su viaje al corazón de Europa, Puigdemont busca ganar repercusión internacional para su causa, así como evitar «una oleada durísima de violencia» en la región, se justificó en una entrevista este martes desde Bruselas a la radio pública catalana.
«El Estado español había preparado una oleada de durísima represión, de violencia», explicó. Su abogado había dicho a la AFP que el político temía una espiral de agitación y represión si era detenido en España. De hecho, los encarcelamientos de sus compañeros de gobierno provocaron indignación en Cataluña.
El miércoles está convocada una huelga general y el sábado una gran manifestación. Las protestas llegaron a Bruselas, donde se desplazaron unos 200 alcaldes independentistas catalanes para pedir la libertad de los «presos políticos» en el barrio europeo de Bruselas, entre las sedes del Ejecutivo comunitario y del Consejo de la Unión Europea. «Queremos que Bruselas nos escuche y que salgan nuestros compañeros de la cárcel», dijo a la AFP José Fuentes, alcalde de Pont de Molins, un pequeño municipio de 500 habitantes situado a unos 20 kilómetros de la frontera con Francia.
Incógnitas electorales. Los sondeos prevén de nuevo un empate técnico entre partidarios y contrarios a la secesión. En los comicios de 2015, los independentistas consiguieron una mayoría absoluta en escaños, pero no en voto (47,8%).
En esas elecciones, el PDeCAT de Puigdemont, antes llamado Convergencia, se presentó en coalición con ERC. Consiguieron 62 escaños de 135 que, con los 10 de la CUP, dieron el poder parlamentario a los independentistas.
Para los próximos comicios, el PDeCAT, amenazado por un fuerte desplome, apostaba por repetir la coalición, mientras ERC, que se beneficiaría de la caída de sus aliados, se decantaba por listas separadas ante la perspectiva de gobernar Cataluña por primera vez desde 1936.
Ambas opciones presentaban ventajas: una candidatura única se beneficiaría por el sistema electoral español que «prima al resultado más alto», señala Joan Botella, decano de ciencias políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona. Pero también puede alejar a electores potenciales «de ERC que nunca votarían a una lista con la derecha, o al revés», explicó el analista político Josep Ramoneda.
Otras incógnitas acompañan estos atípicos comicios: ¿qué harán los políticos encarcelados si son escogidos diputados? ¿Y aquellos que están en Bruselas? Por delante, los independentistas tienen la tarea de reactivar a su electorado, desencantado tras el fracaso de la declaración de independencia.
Sólo un 15% cree que el conflicto desembocará en la secesión, según un sondeo publicado por el diario La Vanguardia. Los independentistas «han llegado al punto máximo que le permiten sus fuerzas», dice Ramoneda.
«No tienen votos suficientes, no tienen una potencia extranjera que los apoye, tampoco una parte importante del poder económico catalán, ni tampoco tienen poder insurreccional (…) Sin esto no pueden ir más allá», apunta.