En Francia, de donde regreso luego de participar en el Congreso de Cinco Continentes sobre los Efectos Psicosociales de la Mundialización, de lo que escribiré en otra ocasión, me tropecé por obra de la tecnología moderna con la transmisión del vídeo de la grotesca escena de una sesión de la Cámara de Diputados de República Dominicana.
En dicho vídeo se revela cómo y en qué tiempo ese cuerpo legislativo discutió y aprobó el controvertido Presupuesto Nacional y Ley de Gastos Públicos del año 2012, en virtud del cual este gobierno despojó a la educación, la salud, la justicia, la seguridad pública y los ayuntamientos, de los recursos que precisa por Ley y por derecho de supervivencia nuestra sociedad y el Estado Democrático, para dedicarlos a fines inconfesables.
En esa pieza aprobada al vapor figuran infladas las partidas dedicadas a la Presidencia de la República, las nóminas, las nominillas las botellas de lujo de la Cancillería, programas sociales adulterados y súper proyectos fantasiosos de baja rentabilidad social y alta rentabilidad para sus promotores partidaristas que sustituyen las verdaderas prioridades del país para tratar de imponer la continuidad de un régimen que le ha estado destruyendo su futuro al pueblo dominicano.
En esa sesión relampagueante, el presidente de la Cámara, Dr. Abel Martínez, desnudó la agenda de los demás temas propuestos previamente en un ejercicio de simulación para dejar solo el Presupuesto, hizo desestimar las objeciones y contrapropuestas de todos los sectores políticos y sociales para modificar y conformar la Ley de Gastos Públicos a los dictados de la Constitución y las leyes orgánicas preestablecidas, y hacer apoyar el enviado por el Poder Ejecutivo.
Allí, en las pantallas televisivas y de internet de todo el mundo, se pudo observar cómo el presidente de los diputados, con el rostro demudado por el ejercicio cínico del poder, manejaba la malleta de orden parlamentario como un látigo para imponerse, como si se tratara de esclavos, a fin de que aprobaran dicho documento, repitiendo una y otra vez: ¡PUM, voten, honorables ; y al final, como al parecer había reticencias aún entre los más dóciles de sus parciales para votar por esa iniquidad, reclamó personalmente a los retrasados que lo hicieran, a despecho de las protestas de la bancada de oposición y los representantes de la sociedad civil que aguardaban con expectación por los resultados de su campaña de concienciación.
Una vez obtenido su propósito, en solo tres minutos al mandarín legislador se le vio la cara de satisfacción por la hazaña antidemocrática y cerró la sesión convocando a otra para el martes siguiente, llenando de vergüenza e indignación a toda la nación dominicana y al Estado con una pieza contraria a la Constitución, las leyes y los objetivos más elementales para la superación de la situación calamitosa que padecemos como pueblo.
Pero no hay mal que dure cien años y éste ha de durar solo ocho meses y medio esto tiene que cambiar