Punta del Este, un balneario oriental

Punta del Este, un balneario oriental

PUNTA DEL ESTE, URUGUAY (AFP).- Varias jóvenes vestidas con túnicas ligeras escuchan música chill-out sobre sofás al ras del piso, mientras degustan diversas piezas de sushi sobre un gran plato cuadrado: la moda oriental se instaló en Punta del Este y -según sus seguidores- ya es algo más que una tendencia pasajera.

Bajo un techo formado de telas blancas, un estrecho puente de madera sobre un pequeño lago conduce a una casa de diseño en La Barra, el barrio más de moda de este balneario uruguayo ubicado a 140 kilómetros al este de la capital.

Adentro, su dueño –vestido con un pantalón amplio y una camisa de lino blanco- muestra a los clientes las últimas alfombras importadas de Turquía, los colchones chatos provenientes de Japón y las mesas de bambú traídas de Indonesia.

Al lado de este local, un delicado olor a incienso invita a entrar a un comercio de vestimenta, calzado y mucho más, como lo califican sus dueñas.

«Cuando tú entras aquí, no sólo es la ropa, son las texturas, los colores, los olores, los decorados. Nosotras atendemos en biquini y con pareos. Siempre hay flores. La idea es que la gente utilice todos sus sentidos y se sienta relajada para comprar», explicó Laura Chirrico, una de las propietarias del local ‘Sí, mi reina’.

Chirrico destacó que hay una gran influencia oriental, una tendencia que vino desde las pasarelas europeas, hizo escala en Buenos Aires, y aterrizó en Punta del Este, para combinar «todo lo que es túnica, mucho blanco, mucho color pastel y una onda super despojada, super natural».

A tan sólo una cuadra, la boutique de la argentina Dorina Vidoni propone un estilo más bien árabe, que incluye turbantes para la mujer.

«Las prendas que ofrecemos tienen telas con mucho movimiento, con gran caída, pantalones y blusas con buches, muchas fajas y tules flojos», afirmó Agata Segafredo, ella misma vestida con un pantalón negro y una faja gruesa de la que cuelgan telas transparentes que conforman una sobrefalda.

Los pulsos electrónicos combinados con suaves sonidos orientales amenizan las compras en todos los locales y son el acompañamiento fundamental para un buen «chill-out», un momento destinado a distenderse y alejar la mala onda.

Al regresar de un día de playa, tomar un jugo de frutas exóticas sobre un «deck chill-out» es una parada obligada para quienes quieren estar a la moda. Varios bares tienen grandes terrazas (decks en inglés) de madera con colchones blancos y almohadones en el piso, donde invitan a sus clientes a ver la puesta de sol con música suave como telón de fondo.

Los rolls, temakis, niguiris o sahimis –todas piezas de sushi- también se impusieron en La Barra, zona en la que abundan los restaurantes que ofrecen sabores orientales por un precio de entre 15 y 30 dólares por cabeza.

«Hay una tendencia en el mundo de Occidente a prestarle atención a las viejas culturas orientales, a redescubrir otras culturas que tienen propuestas mucho más simples, más sanas y que están mucho más en armonía con la naturaleza», indicó Sebastián Piñeyrúa, encargado del restaurante Itamae, propiedad de una firma argentina que tiene otros cuatro locales en Buenos Aires.

Igualmente, quienes prefieren otro tipo de comida o no se acostumbran a esta tendencia puntaesteña, todavía pueden optar por el asado, la comida típica a base de carne de los ‘orientales’ de la República Oriental del Uruguay.

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