Punto de orden

Punto de orden

Las valoraciones hechas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) acerca del cumplimiento por parte del Gobierno dominicano de los acuerdos suscritos entre ambas partes señalan la necesidad de una nueva reforma fiscal. No hay novedad en esto, pues esa reforma está pautada en el acuerdo.

El Gobierno, según testimonia el FMI, ha logrado progresos impresionantes en la tarea de organizar la economía, reducir la inflación y revalorizar la moneda, entre otras cosas.

Sin embargo, la parte dramática en lo que concierne a la nueva reforma fiscal es que la misma deberá estar orientada no solamente hacia el reforzamiento de las disciplinas ya puestas en marcha, sino además a conjurar un severo déficit fiscal que habrá de producirse desde que entre en vigencia el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos.

Hay que recordar que ese tratado contempla, entre otras particularidades, el desmonte de las cargas arancelarias vigentes, incluyendo la odiosa comisión cambiaria. El déficit fiscal que el cumplimiento de esta pauta provocará tendrá que ser compensado de alguna manera y ese es, precisamente, el aspecto crucial de la próxima reforma fiscal.

–II–

En este punto hay que llamar la atención en un aspecto muy importante. Antes que crear nuevos impuestos o incrementar los existentes, el Gobierno tiene que asumir el compromiso de hacer que lleguen a sus arcas los recursos generados por las cargas ya vigentes.

Con la anterior reforma, por ejemplo, se prefirió aumentar de un 12% a un 16% el Impuesto a la Transferencia de Bienes Industrializados y Servicios (Itebis), antes que intentar captar la alta proporción de la evasión, que era harto conocida por las autoridades.

Las cargas indirectas, que a final de cuentas las pagan los más débiles, siempre han sido preferidas sobre las cargas directas a las utilidades y rentas.

–III–

El otro compromiso que deberá asumirse es el de revertir la parálisis de la economía, que tiene entre sus principales causas la política restrictiva del Gobierno en materia de inversión pública y la severa limitación del medio circulante.

Con la economía en el estado de parálisis en que está, será muy difícil poder compensar el déficit fiscal que se derivará de la vigencia del TLC y complementar los ajustes disciplinarios pendientesy que son parte del trato con el FMI.

Para ganar terreno y lograr un ahorro más o menos considerable antes de que entre en juego el TLC, el Gobierno deberá iniciar desde ya un proceso de activación de la economía, dándole impulso a la inversión pública y estimulando la inversión privada en áreas y renglones de gran impacto social.

Pero por sobre todas las cosas deberá cerciorarse de que ingresen al fisco los recursos que corresponden a una altísima evasión, de casi un 50%, en el reporte del Itebis.

Todo esto deberá estar aparejado con un proceso de control de los gastos del Gobierno, que, por cierto, han sobrepasado los topes acordados con el FMI sin tomar en cuenta su influencia en el equilibrio fiscal.

En fin, estamos hablando de que la nueva reforma fiscal debe tender a mejorar el equilibrio, por medio de una distribución más equitativa de las presiones fiscales y una captación más eficiente de los recursos generados.

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