La economía informal es difícil de medir, ya que es una actividad que cae fuera de la economía regulada y del sistema tributario, como los vendedores ambulantes o los conductores de taxis no registrados.
Las personas y empresas que participan en la economía informal o paralela, como a veces se denomina, suelen operar en pequeña escala. Por eso no hay estadísticas oficiales, de modo que los economistas deben estimar su tamaño. Algunas técnicas comunes son las encuestas o indicadores indirectos, como la demanda de dinero. Los integrantes del mercado informal no tienen acceso a los servicios de salud ni a la Seguridad Social, pero tampoco pagan impuestos al fisco, aunque muchos de ellos reciben ingresos por encima de los que perciben los trabajadores y empleados regulados. Sin embargo, en muchas ocasiones se benefician de los programas sociales del Gobierno.
Los economistas también analizan las causas de la informalidad para inferir su tamaño. Por ejemplo, es probable que una carga tributaria elevada incentive a que una mayor actividad económica permanezca en la economía informal. Del mismo modo, la tasa de desempleo puede indicar un funcionamiento deficiente del mercado de trabajo, y que la mano de obra no es absorbida por el sector formal.
Pero lo llamativo es que en la última década los dominicanos que integraban el mercado informal, y que preferían no integrarse a las labores formales en los sectores público y privado, han sido desplazados por haitianos, y se espera que en los próximos días el flujo sea mayor.
Partiendo de la construcción regular e informal hacia los vendedores de frutas en esquinas, en triciclos y venta de accesorios de celulares, son ocupados por haitianos. Hasta limpiadores de cristales. Los inmigrantes haitianos se han convertido en mayoría en los diferentes escenarios del mercado informal, muchos de ellos indocumentados. Poco a poco han ido desplazando a los dominicanos de los espacios públicos.
La situación se observa en todo el país, cuando anteriormente solo era visible en las principales arterias, tales como las avenidas Duarte y José Martí.
En los polos turísticos los haitianos también han ido desplazando a los dominicanos, aunque no es verdad que esa mano de obra reciba un sueldo por debajo del que se paga en el mercado. Se hace cuesta arriba encontrar un dominicano en labores hogareñas, ya sea plomería o albañilería, sin citar la agropecuaria.