Puntos emblemáticos

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Boca Chica y San Carlos son dos de los emblemas que tenemos en este país. Hablar de Boca Chica es referirse a la playa más asequible y frecuentada por los capitaleños. Y decir San Carlos es citar uno de los barrios capitalinos más populosos y tradicionales.

Los habitantes de Boca Chica están padeciendo el mal de la delincuencia, la corrupción policial y el deterioro de las calles y la playa.

Y los de San Carlos viven asediados por un creciente y aparentemente indomable comercio de drogas que, por supuesto, genera crimen y delincuencia.

Alguien tiene que meter en cintura a los delincuentes y policías corruptos que azotan en Boca Chica.

Alguien tiene que hacer otro tanto con el mercado de drogas y criminalidad que predomina en San Carlos.

Como polo turístico, como municipio que genera bastantes ingresos al fisco, Boca Chica necesita que sus calles sean  debidamente reparadas e iluminadas.

Los sancarleños, por su lado, merecen vivir tranquilos, sin la zozobra de temer agresiones para sus hijos que regresan de noche al hogar desde los centros de estudio o trabajo.

En el caso de Boca Chica, es preciso que se investigue a fondo hasta donde alcanzan las ramificaciones de delincuencia y criminalidad, y de contubernio de policías.

Y en San Carlos debe funcionar la inteligencia de los organismos especializados en lucha contra narcóticos, para, también, localizar las ramificaciones del microtráfico de drogas y sus abastecedores.

Para Boca Chica debe funcionar el programa de rehabilitación de Playa que se puso en práctica en Puerto Plata, para corregir toda la barbaridad que se ha hecho allí.

No estamos hablando de males exclusivos de Boca Chica y San Carlos. Sus padecimientos son comunes a otros barrios y municipios.

Sencillamente los hemos tomado como ejemplos para reclamar que se atiendan las necesidades de tantos puntos emblemáticos agobiados por problemas desatendidos.

De orden

En la medida en que avanza el proceso de selección de los nuevos miembros de la Junta Central Electoral se hace necesario reiterar la necesidad de que las preferencias estén guiadas por la capacidad y probidad de los postulantes.

Se siente la necesidad de reafirmar la advertencia de que debe evitarse por todos los medios una selección derivada de militancias o simpatías partidistas.

Al sistema institucional del país le ha hecho  mucho daño la infiltración del partidismo donde se requieren condiciones de imparcialidad y verticalidad.

En la actualidad se está tratando de reemplazar una Junta Central Electoral que tiene sus pecados de origen.

Se aspira a que en esta ocasión prime la sobriedad por encima de la pasión, para evitar la reedición de yerros del pasado. Es lo que conviene.

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