«Put the Blame on Mame»

<SPAN>«Put the Blame on Mame»</SPAN>

JACINTO GIMBERNARD PELLERANO
La actriz y bailarina norteamericana Rita Hayworth, cuyo verdadero nombre era Margarite Cansino, fue  junto a Betty Grable, esta última en menor medida  el gran símbolo sexual de la década de los años cuarenta. El punto culminante de la Hayworth como “sex symbol” surge en la película “Gilda” de Charles Vidor (1946) donde actúa junto a Glenn Ford.

 Allí canta y se contornea interpretando “Put the Blame on Mame” (Échale la culpa a Mame) y si ha pasado a la historia tal actuación, es porque resulta ella más seductora que lo que se le ha atribuido a Marilyn Monroe cuando cantó “Happy Birthday” al presidente Kennedy ante una multitud encendida.

“Gilda” es una película clásica y la he vuelto a ver recientemente en televisión por cable. Los argumentos de la canción de Rita me trajeron inevitablemente a las cosas que suceden aquí, por aquí y por allá. Nunca se esclarece quién tiene la culpa de lo malo que acontece. Todo se enmaraña en confusiones. Rara vez, como ahora con los asesinatos cometidos por integrantes de la Policía Nacional  que envuelve a altos oficiales entre otros,  la jefatura de la Policía declara abiertamente la certidumbre de que importantes miembros de la Fuerza están involucrados en los crímenes.

Y los presenta ante la Justicia.

La tradición nacional ha sido otra.

Los escándalos se cubren con numerosas y sucesivas capas de polvillo de olvido, siguiendo viejas tradiciones de tolerancias blandas y cobardías.

Recuerdo a un ilustre señor, trepado en una alta posición política durante la supuestamente interminable Era de Trujillo, que aún cuando lo que se trataba no estaba en ámbitos judiciales (“judiciales”), cuando se acercaban posibilidades de aclaraciones sobre actos delictivos, así se tratase de niveles medianos, solía interrumpir el tema preguntando: “¿Señor…y Chividón”? que era un personaje vagabundo que paseaba su miseria y mendicidad pudorosa por la antigua ciudad de Santo Domingo y Ciudad Trujillo. Es que en ese régimen totalitario ¿a quién podía culparse? ¿Al Jefe?

Siempre ha de buscarse a quién echarle la culpa por lo malo que acontece.

Ahora, los partidos políticos son expertos (o quieren serlo) en culpar al actual Gobierno de las carencias, los bajos salarios, los altos precios de los alimentos, medicamentos y necesidades vitales.

Pero estamos viendo nuevos ingredientes en la política nacional.

Se nota una tendencia a corregir errores y descuidos. No creo que nunca antes la Policía Nacional haya presentado abiertamente a sus delincuentes de alto rango. Oficiales superiores acusados sin disfraces y traducidos a la justicia junto a infractores, forajidos, malhechores y bandoleros? ¿Sin disposiciones políticas convenientes?

Eso es nuevo.

También las acusaciones de soborno y manejos turbios, que caen como alud sobre poderosas empresas multinacionales, así como sobre ejecutivos empresariales y gubernamentales, sin que importe su poder y riqueza astronómica.

Parecería que la impunidad de los supremamente poderosos está en peligro de extinción. O disminución.

Que los PDG (Presidente Director General) van perdiendo poder y pueden ser sujetos a escrutinio, acusación y hasta cárcel (dorada o no).

¿Estaremos en los albores de un nuevo tiempo, en el cual todas las culpas no se las echemos a Mame?

¿Y podamos olvidar el sarcasmo de Rita Hayworth?

Publicaciones Relacionadas

Más leídas