¿Qué es la vida?

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 SERGIO SARITA VALDEZ
“¿Qué es la vida? Un frenesí. / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción, /y el mayor bien es pequeño: /que toda la vida es sueño, /y los sueños, sueños son” Con esos hermosos versos don Pedro Calderón de la Barca, tal vez sin proponérselo, enmarcó la existencia humana cual si se tratara de un éxtasis de ensueño. Desafortunadamente en nuestro continuo deambular por el mundo nos topamos en ocasiones con amargas experiencias que nos hacen modificar la perspectiva del significado de la maravilla del vivir.

En el pasado siglo XX Rubén Darío en Los motivos del lobo pone al animal a narrarnos las razones de su reconversión al estado de fiera salvaje: “Yo estaba tranquilo allá en el convento,/al pueblo salía, /y si algo me daban estaba contento/y manso comía./ Más, empecé a ver que en todas las casas/estaban la envidia, la saña, la ira,/y en todos los rostros ardían las brasas de odio, de lujuria, de infamia y mentira./Hermanos a hermanos se hacían la guerra,/perdían los débiles, ganaban los malos,/hembra y macho eran como perro y perra,/ y un buen día todos me dieron de palos./Me vieron humilde, lamía las manos/y los pies. Seguía tus sagradas leyes,/todas las criaturas eran mis hermanos,/los hermanos hombres, los hermanos bueyes,/hermanas estrellas y hermanos gusanos./Y así, me apalearon y me echaron fuera./ Y su risa fue como una agua hirviente,/y entre mis entrañas revivió la fiera,/y me sentí lobo malo de repente;/mas siempre mejor que esa mala gente./Y recomencé a luchar aquí,/a me defender y a me alimentar./Como el oso hace, como el jabalí,/que para vivir tienen que matar./

Déjame en el monte, déjame en el risco,/déjame existir en mi libertad,/vete a tu convento, hermano Francisco,/sigue tu camino y tu santidad”./El santo de Asís no le dijo nada.

Le miró con una profunda mirada,/y partió con lágrimas y con desconsuelos,/ y habló al Dios eterno con su corazón./El viento del bosque llevó su oración,/ que era: “Padre nuestro, que estás en los cielos…”

Aún cuando la fábula versificada por el inmortal poeta nicaragüense refleja un profundo desencanto con el esfuerzo educativo de siglos, tratando de hacer de los seres humanos verdaderos entes cristianos inflexibles defensores de la consigna “Amaos los unos a los otros”, no deja de ser cierto que se cuentan por millones las almas nobles cargadas de sentimientos solidarios capaces de llegar al sacrificio máximo por ayudar a los demás.

La madre Teresa es un paradigma de mujer entregada a tiempo completo en la bella tarea de servir a sus semejantes teniendo como única recompensa la sensación del deber cumplido. Si también es verdad que de cualquier callejón sale la mano que empuña el cuchillo o el revólver para segar la vida de un hermano, no es menos real que existen cientos de miles de manos amigas siempre dispuestas a trabajar constructivamente en favor del prójimo.

Mantener encendida la llamada de la esperanza por un mundo mejor es tarea irrenunciable para todos los hombres y mujeres de buena voluntad que pueblan la tierra. El ejército de gente enemiga de la guerra crece cada día más. El compromiso de luchar por reducir los niveles de pobreza engloba cada vez a más personas.

¿Qué es la vida? me pregunto para de inmediato contestarme: la vida es una gran oportunidad que se nos brinda para interactuar con la naturaleza y nuestros semejantes, en un ambiente creativo y humanizado, sembrado de amor, honestidad, sinceridad, dedicación y entrega al trabajo, al ocio y a las sanas diversiones, siempre teniendo como norte que el respeto al derecho ajeno es la paz y que jamás le haremos al otro lo que de ninguna manera nos agradaría se hiciera contra nosotros.

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