Qué se dice
Del libro y la lectura

<p><strong>Qué se dice<br/></strong>Del libro y la lectura</p>

El próximo 2007 será, por disposición de un decreto del presidente Leonel Fernández, el “Año del Libro y la Lectura”, en el entendido de que el libro es, según se hace constar en uno de sus considerandos, el instrumento más efectivo de difusión del conocimiento y la preservación del patrimonio verbal de los pueblos y que es una responsabilidad del Estado garantizar el acceso al conocimiento a través del libro y la lectura.

El decreto 620-06 crea también la Comisión que se encargará de poner en ejecución las políticas de fomento cultural durante el año, así como elaborar la ley para el fomento del libro y la lectura. ¿Cómo hacer llegar ese valioso instrumento de conocimiento hasta un pueblo pobre, deficientemente educado y donde, para colmo de su desgracia, adquirir un libro constituye un lujo que solo una parte muy reducida de la población puede darse? Esperemos que esa Comisión se forme cuanto antes, si no está formada ya, para que empiece de inmediato a trabajar en el descomunal desafío que tiene por delante.

La quinta pata

En un país donde todo el mundo opina de todo a nadie debe extrañarle que, 24 horas después de conocida la resolución de Interior y Policía que prohíbe el consumo de bebidas alcohólicas en los vehículos de motor, haya mucha gente buscándole la quinta pata a una decisión que muy pocos se atreven a negar que llega oportunamente y que contribuirá a evitar tragedias y dolor a la familia dominicana. La mayoría de los cuestionamientos a la decisión tienen que ver, significativamente, con su posibilidad de aplicación, cuestionamientos que van desde la insuficiente cantidad de agentes de AMET para hacer cumplir la resolución en todo el territorio nacional hasta la observación, sin duda pertinente, de que difícilmente pueda mantener a raya a los bebedores nocturnos -la inmensa mayoría y los más peligrosos- si sus agentes se retiran de las calles desde que se pone el sol. Digan lo que digan hay que darle a las autoridades tiempo, y toda nuestra colaboración, para que puedan poner a funcionar la disposición, absolutamente innecesaria si hubiésemos sido capaces de respetar y hacer respetar una ley -la 241 sobre tránsito terrestre- que hace décadas prohíbe beber alcohol mientras se conduce un vehículo de motor.

Privilegiados

Ya es una conducta reiterada y viciosa de nuestros legisladores, asumida como una de las tantas deformaciones que acusa en su desarrollo la democracia dominicana, pero si bien es cierto que la inconducta de legislar en su propio beneficio de nuestros senadores y diputados adquiere la dimensión del mal irremediable lo menos que puede hacerse, cada vez que incurren en esa odiosa práctica, es echárselo en cara, con la esperanza -vana talvez- de que les dé por lo menos vergüenza. Todo esto a propósito de la decisión de los señores senadores de la República, tomada en la sesión del pasado jueves 22 de diciembre, de restituir la exoneración -de las dos que “le tocan” por periodo a diputados y senadores- que el Poder Ejecutivo eliminó en el proyecto de Ley sobre Austeridad en el Sector Público remitido al Congreso Nacional. Como quien dice: sacrificios para todos, menos para nuestros privilegiados legisladores. ¡Así sí es bueno!

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