Qué se dice
El efecto Aura

<p><strong>Qué se dice<br/></strong>El efecto Aura</p>

Una sociedad laxa como ésta, acostumbrada a los eufemismos, tenía que fingirse escandalizada en alguna de sus corrientes de opinión tan pronto apareciera una jueza electoral que prefiriera guiarse por sólidos  criterios personales e inflexiblidad ética; donde otros han visto incentivos comunes corrientes, ella insiste en ver «fraude» a la ley,  creándose un debate en el que probablemente  se impondrá el criterio que mejor se acomoda a la conveniencia de la élite de los altos funcionarios de este país, quedando Aura Celeste en minoría.

De esa manera, la sangre nunca llegaría al río y las cosas seguirían como están en esa materia. De modo que la actitud firme, y sin pelos en la lengua, de la doctora Aura Celeste Fernández no debería generar las apresuradas insinuaciones (y a veces directas acusaciones) de que detrás de su actitud se esconde la intención de trastornar al flamante tribunal de elecciones, integrado por personas que en sentido general llegaron a esas funciones porque merecen  gran consideración y respeto. Lo que Aura cuestiona es que se apele a un recurso –a su juicio fraudulento- ideado para garantizarles a los jueces unos salarios reales más acordes con sus aspiraciones, pero a partir de anular el descuento de sueldos que al fisco corresponde, lo que el común de los dominicanos humildes no logra eludir, en un país en el que por demás la evasión ha sido el pan nuestro de cada día en perjuicio de la redistribución del ingreso  y de la suficiencia de recursos para las buenas ejecutorias del Estado.

Autoridades fracasadas

Está recomponiéndose la percepción de que en este país los malhechores son los que imponen los usos y que las reglas vuelan en pedazos cada vez que a ellos les da la gana. Las ejecuciones en el marco de la guerra entre mafias de droga, los asaltos truculentos, como robar enormes camiones y reservas de combustibles, la falsificación de documentos de identidad, el contrabando, la circulación de vehículos sin placas ni luces y el irrespeto a las normas de tránsito  que se intensifica a partir de las seis de la tarde; la sustracción implacable de metales en lugares públicos y el pandillerismo de adolescentes en los barrios, obligan a preguntar, con el mismo dramatismo de una alarmante época anterior ¿dónde están los guardianes de la ley que los contribuyentes pagamos? Nunca como ahora  los aparatos para hacer valer el orden y el castigo a los delincuentes habían consumido tantos recursos. El gobierno ha puesto interés por dotar de equipos a la Policía y mejorar su presupuesto, pero muchos agentes parece que siguen adscritos a particulares y a tareas que no son de vigilancia en las calles y un porcentaje  de la nómina policial está integrado por familiares de altos oficiales  (hijos, esposas, sobrinos, tíos, hermanos…) que cobran del prespuesto de Interior y Policía pero no trabajan. De otro lado el sistema  judicial ha puesto a los altos jueces en lujoso palacio, rodeados de asistentes y apoyados por programas bien financiados para mejorar el funcionamiento de los entes judiciales , pero hoy como ayer los criminales salen con facilidad de las cárceles. La mayoría   de los temibles asaltantes que a veces caen en «intercambios» de disparos llegan a las morgues con dilatados historiales delictivos que indican que no merecían estar en libertad.

Metiendo la pata

El oportunismo de  políticos  que a veces se sitúan de espaldas a  la historia se ha pasado de la raya. Ellos no han debido creer que por haberse inventado la tesis de que el doctor Joaquín Balaguere fue un padre de la democracia, el criterio valía para todo el mundo. De hecho, una fuerte corriente intelectual de este país sigue viendo más sombras, sangre y abusos de poder  que virtudes en la dilatada presencia del principal heredero de Trujillo en la vida dominicana. Independientemente de los criterios generosos y ligeros que en sus momentos expresaron (en poses de unilateralidad coyuntural) sobresalientes líderes partidarios y hasta primeros mandatarios, los actos despóticos de los célebres doce años siguen pesando demasiado para la idea que muchos dominicanos se siguen formando de ese caudillo. El mural de la UASD que ha causado escándalo fue puesto  allí torpemente. La inclusión de figuras controversiales en la pintura debió ser previamente difundida, explicada y justificada ante  la familia universitaria, pues esa casa de altos estudios ha sido cuna del pensamiento que se contrapone al autoritarismo, a Balaguer y a Trujillo. E incluso,  el hecho de desplazar, para favorecer al  inesperado  mural,  una obra de Silvano Lora,  constituye en lo artístico, en lo político y en lo histórico, una grave ofensa.

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