Qué se dice
Fallidos y hambrientos

<p><strong>Qué se dice<br/></strong>Fallidos y hambrientos</p>

Tan disgustado está el presidente de la Cámara de Diputados, Julio César Valentín, por la poca seriedad conque sus colegas asumen sus responsabilidades que dice estar dispuesto a aprovechar la reforma constitucional para proponer que se reduzca el número de diputados por provincia, pues resulta sumamente oneroso para el Estado costear los gastos de los 178 que existen actualmente, que sumados a los 32 senadores convierten nuestro Congreso en el más grande de Centroamérica y el Caribe.

Valentín ha tenido que levantar 18 sesiones debido a que los diputados y diputadas han roto el quorum para irse a almorzar, incluída la sesión del pasado martes, la primera de la presente legislatura ordinaria, lo que rebosó la copa de su legislativa paciencia. En medio de la cuerda el presidente de la cámara baja dispuso el cierre del restaurante de 11:00 de la mañana a 3:00 de la tarde, confiando en que esa draconiana medida obligará a sus colegas a trabajar mas y a comer menos. ¡Gajes de nuestra famélica democracia!

 Señales
Independientemente de que pueda haber, como en efecto la hay, una mano oculta alentando las huelgas y movimientos de protestas en el Cibao, que ayer se extendieron a Puerto Plata, Licey al Medio y Navarrete, el gobierno cometería un gran error si pierde de vista el trasfondo de lo que allí está ocurriendo y porqué está ocurriendo: la enorme deuda social acumulada, como se dice ahora, en esa productiva zona del país.

 Estamos hablando de construcción de calles, caminos vecinales, carreteras, puentes, escuelas, acueductos, clínicas rurales y un larguísimo etcétera en el que hay que incluir necesariamente -porque nunca falta- un reclamo de aumento salarial y una sustancial mejoría del servicio eléctrico. Ignorar las señales que envían al gobierno y a sus autoridades esas huelgas y protestas equivale a darle la espalda a una realidad social potencialmente explosiva, pero supondría también algo mucho más inquietante y peligroso: que el gobierno se está creyendo, en verdad, que vivimos en el país próspero y libre de problemas y conflictos que pintó el presidente Fernández el pasado 27 de febrero.

A pie
Especialistas y profanos coinciden en que una de las razones determinantes del explosivo auge de la criminalidad registrado en el país en los últimos años ha sido la escasa o nula presencia policial en las calles cumpliendo labores de patrullaje y vigilancia, presencia que se ha incrementado notablemente durante la actual jefatura, es de justicia decirlo, con la incorporación a esas tareas de cientos de vehículos, pero todavía esa presencia sigue siendo insuficiente. La decisión del mayor general Bernardo Santana Páez de enviar a las calles a otros 400 agentes a patrullar a pie en áreas de la Capital que se considera estratégicas contribuye a subsanar ese histórico déficit, con una ventaja adicional: el policía de a pie está en contacto más estrecho con la ciudadanía, más cerca de sus problemas y necesidades, y por lo tanto en mejores condiciones de ofrecer un mejor servicio. En Estados Unidos y Europa esa clase de patrullaje ha dado excelentes resultados y aquí, salvando las debidas distancias, no tiene porqué ser distinto, siempre y cuando se entrene a esos agentes de la manera adecuada.

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