Qué se dice
Falta de transparencia

<p><strong>Qué se dice<br/></strong>Falta de transparencia</p>

El afán del gobierno por mantener bajo un velo de secreto todo lo relativo a la construcción del Metro está llegando a lo ridículo, sobre todo si, en ese retorcido propósito, se persigue también eludir las críticas a una obra que se construye contra viento y marea y en desmedro de sectores mucho más importantes y prioritarios como salud y educación.

La Dirección General de Presupuesto, que mes tras mes publica una relación pormenorizada de los gastos de capital de las distintas secretarías de Estado, decidió omitir en la relación del pasado mes de enero las partidas asignadas a las Secretarías de Educación, Medio Ambiente y Recursos Naturales, Obras Públicas y Educación Superior, Ciencia y Tecnología. ¿Quiere esto decir que el gobierno no invirtió un solo centavo en ninguna de esas importantes carteras? ¡Por supuesto que no! Simplemente, se quiso evitar que este diario hiciera una comparación, como ha venido haciendo mes tras mes desde hace ya algún tiempo, entre lo invertido en todas esas secretarías juntas y el Metro, que siempre las supera. Se trata, por supuesto, de un intento fallido y por demás torpe de escamotearle a la opinión pública su derecho a saber en qué se gasta el dinero de los contribuyentes, por lo que hay que dejar constancia de lo lejos que está dispuesto a llegar el gobierno por esos caminos tan poco transparentes.

Con Dios delante

Si le hacemos caso al ingeniero Diandido Peña hay que concluir, necesariamente, en que no existen seguridades ciertas de que el Metro de Santo Domingo esté funcionando en febrero del próximo año, como anunció -pletórico de entusiasmo- el presidente Fernández durante su comparecencia ante la reunión conjunta de las cámaras legislativas el pasado 27 de febrero, pues se trata de una obra -precisó- sujeta a eventualidades y a la voluntad de Dios. El responsable de la construcción del Metro fue lo suficientemente sincero como para revelar que en ningún país del mundo un sistema subterráneo de transporte se ejecuta en un plazo inferior a los seis años, sinceridad que creyó oportuno matizar con un arranque de optimismo al asegurar que no obstante esa realidad en el país se está trabajando, con Dios delante, para establecer un récord concluyéndola antes de ese plazo.

Mediación

Entonces tenemos que el gobierno decidió integrar a monseñor Agripino Núñez Collado, rector de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, a sus esfuerzos de mediación encaminados a propiciar un entendimiento en torno el aumento salarial entre trabajadores y empresarios, que se mantienen cerrados a banda en su posición de que solo pueden aumentar un 9.3 por ciento al salario mínimo, lo que los trabajadores, representados por el veterano sindicalista Rafael -Pepe- Abreu, consideran simplemente inaceptable. ¿Podrá conseguir Núñez Collado lo que no ha sido posible lograrlo a través del Comité Nacional de Salarios? No están en discusión las habilidades de mediador de Núñez Collado, mucho menos su vocación de servicio público, de la que ha vuelto a dar una fehaciente demostración desde la coordinación de los trabajos de la Comisión para la Reforma Constitucional, pero tal vez se esté abusando de esas valiosas cualidades sobrecargándolo de trabajo, sobre todo si existe una institución llamada a dirimir, en el marco de lo que establecen nuestras leyes laborales, ese conflicto. ¿Por qué no darle la oportunidad de cumplir su papel?

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