Qué se dice
Líderes de ayer a hoy

<p><strong>Qué se dice<br/></strong>Líderes de ayer a hoy</p>

Era previsible que el anuncio de la visita al país de una delegación de congresistas norteamericanos dizque para ver de cerca el trato que damos a los haitianos en los ingenios azucareros lastimara algunas susceptibilidades, como ha sido el caso del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez y algunos sectores de opinión, pero la tolerancia y comprensión de algunos representantes de la clase política hacia esa visita y su propósito, que ven completamente natural en el globalizado mundo en que vivimos, si bien no tiene nada de pecaminosa o reprochable -porque ese es su derecho- no deja de llamar la atención, pues permite constatar lo mucho que han cambiado nuestra política y nuestros políticos.

Y es que resulta difícil imaginarse al doctor José Francisco Peña Gómez dando su anuencia a esa visita como si se tratara de una inofensiva gira campestre, o al doctor Joaquín Balaguer permitiendo que esos congresistas vengan a meter sus narices en nuestros bateyes. Son otros tiempos y otros líderes, es verdad, pero hay momentos en que duele comprobarlo.

¡Pobre clase media!

  Sabido ya que la llevada y traída rectificación fiscal no gravará con el ITBIS los productos de la canasta básica, con lo que el gobierno complace a quienes -Iglesia Católica incluída- han pedido que no se haga más desgraciada la vida de los pobres cargándoles más impuestos sobre las espaldas, tal vez sea el momento de sacar las cuentas y aclarar las cosas, pues si no son los pobres -como dice el gobierno- los que pagarán los platos rotos de la nueva reforma tributaria, ni tampoco los ricos porque siempre encuentran a quien pasarle el muerto, solo queda la noble y sufrida clase media, la que paga religiosamente sus impuestos y cumple fielmente con sus responsabilidades ciudadanas, con la ventaja adicional de que no tiene a nadie que la defienda ni se va a tirar a la calle a protestar o a romper cosas con su triste y desgraciada condición como única coartada. Si se materializan las intenciones de los promotores de esa reforma de gravar la circulación de los vehículos de motor y cargar con un nuevo impuesto a la gasolina los carros se convertirán en un lujo al que tendrá que renunciar, pues no podrá pagar lo que cuesta tener uno y mucho menos comprarlo nuevo.

Campos de batalla

  Si los campos de batalla de los transportitas que se disputan las rutas del transporte urbano e interurbano no fueran nuestras calles, avenidas y carreteras, con los consecuentes daños y trastornos a las actividades cotidianas de los ciudadanos y a la productividad del país en sentido general, lo ideal sería dejarlos que se mataran unos a otros como perros y gatos, que si juzgamos por el balance de los enfrentamientos del pasado jueves en la mañana -17 heridos a pedradas, palos y por armas de fuego- podría suceder antes de lo que cualquiera pudiera imaginarse. Y como aquí no hay ley ni autoridad que ponga freno a sus desmanes o los obligue a respetar la ley y a sus conciudadanos, no sería mala idea que entre todos busquemos un lugar abierto y espacioso, lejos del mundanal ruido, donde construirle un coliseo como los romanos para que unos y otros puedan ir allí a quitarse las ganas, como dicen los mexicanos, sin alterar el orden público, destrozar la propiedad privada y trastornar la vida de una gran ciudad y sus más de dos millones de habitantes. ¿No les parece buena idea?

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