Qué se dice
Policías y bandidos

<p><strong>Qué se dice<br/></strong>Policías y bandidos</p>

Sabido ya que prácticamente no hay crimen o delito que se cometa en el país en el que no esté involucrado algún miembro de la Policía Nacional o de las Fuerzas Armadas, no hay porqué sorprenderse de que un cabo policial figure como miembro de una banda que se dedicaba a prostituir bajo amenaza a jóvenes venezolanas traídas al país a trabajar como camareras.

Pero tan grave, o peor, que la frecuencia conque se ve a policías y militares involucrados en actos delictivos es el hecho de que los delincuentes se disfracen de policías y guardias para cometer con mayor impunidad sus fechorías, con lo que siembran la confusión entre una ciudadanía que ya no sabe distinguir quiénes son los bandidos y quiénes los policías. El más reciente de esos casos ocurrió el jueves pasado en Piantini, en una elegante joyería, de donde varios individuos vestidos como policías, con insignias de policías y armados como policías se llevaron medio millón de dólares en joyas y dinero en efectivo. La pregunta del millón es, amigo lector, la siguiente. ¿Se trató de ladrones actuando como policías o de policías actuando como ladrones? Piénselo bien antes de responder.

Indolencia

 Poco más de dos años llevan los vecinos de Villa Consuelo, en los alrededores de la avenida 27 de Febrero entre la Duarte y la calle Hermanos Pinzón, padeciendo los fétidos efluvios de una laguna que se ha formado en el lugar debido a que los colectores y filtrantes están tapados. Otra laguna, de parecidas dimensiones y con olores igualmente fétidos, se ha formado en la avenida México, en el tramo que va desde la calle Salcedo hasta la Emilio Prud’Homme, frente a la parroquia San Felipe Diácono, lo que mantiene al grito a vecinos, transeúntes y feligreses, a pesar de que hace más de una semana que reportaron la rotura de una tubería del desagüe sanitario. En el primer caso la falta de solución a un problema tan viejo es atribuíble a la sindicatura del Distrito Nacional, indiferente a una situación que puede derivar en un problema de salud pública, pero en el caso de la avenida México quienes han fallado son los técnicos de la CAASD. En ambos casos, vale señalarlo, ha primado la indolencia tanto de parte de las autoridades de la CAASD como del ayuntamiento capitaleño, indolencia directamente proporcional al tiempo que llevan haciéndose las desentendidas fente a problemas que son su responsabilidad resolver.

Un paso de avance

  Podrá sonar a cinismo o burla pero probablemente no haya más remedio que considerar como otro paso de avance de la justicia dominicana la sanción que impuso un tribunal a dos hombres que provocaron la muerte de un perro de manera brutal y deliberada, a quienes un juez del Juzgado de Paz de la Tercera Circunscripción del Distrito Nacional ordenó pagar -para no enviarlos a un juicio de fondo- los alrededor de 7 mil pesos que se gastaron en atenciones clínicas intentando salvar la mascota favorita de los vecinos del ensanche Espaillat, un simpático realengo que un buen día se apareció por el lugar, les cayó en gracia y bautizaron con el nombre de “Leonel” en honor al Presidente de la República. Pero ese paso de avance, justo es decirlo, no se produjo por generación espontánea; hizo falta la insistencia de los indignados dueños del perro, las presiones de instituciones defensoras de los animales y, por supuesto, la existencia del zarandeado e incomprendido Código Procesal Penal.

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