Qué se dice
Voluntad y acción

<p><strong>Qué se dice<br/></strong>Voluntad y acción</p>

A veces algunos problemas serios de este país permanecen sin solución por la falta de diligencia  e imaginación de importantes sectores del poder. Entre la Junta Central Electoral del doctor Luis Arias Núñez y la que recién comienza con la orientación del doctor Julio César Castaños Guzmán podría establecerse en poco tiempo  una diferenciación de alto grado.

Valga la presteza con que el organismo de nueva data ha creado el Libro o Registro de Extranjería, un paso  concreto y significativo para librar al país de las acusaciones de que se niega a registrar civilmente  y dar status a los hijos de haitianos nacidos en este territorio en situaciones  que hacen discutible el que merezcan o no la ciudadanía dominicana. Si la exigencia fundamental de la Comunidad Internacional es inscribir a esos descendientes, la JCE acaba de abrir la brecha hacia una salida de conveniencia y ya no se podría decir que aquí se nace jurídicamente muerto por problemas de origen en la paternidad. Se trata de una fórmula a establecerse  por vía administrativa, como la que pareció sugerir el embajador norteamericano Hans Hertell hace poco. Tratándose de algo práctico, simple y efectivo (sin  tener que recurrir a leyes ni a reformas mayores) debería avergonzarnos el que en este país de tanta retórica de sabor nacionalista, y de gente que con facilidad se rasga la vestidura, tardemos tantos en dar pie con bola y superar obstáculos ante problemas de primer orden. Un chusco comentaba con exageración  antenoche que “lo que pasa es que esta es una sociedad de muchas tertulias, encuentros y figureos sociales que alejan del trabajo creador a la gente de mente débil”.

Adiós a los hijos de machepa
Parece cierto que la modernidad, la globalización y las reglas del mercado podrían darle alguna justificación al hecho de que determinados ejecutivos del ámbito estatal reciban sueldos que por sus alturas resultan ofensivos para la inmensidad  de la miseria y la exigüidad de ingresos de las grandes mayorías. Pero no deja de ser demasiado penoso que la adecuación a los tiempos y a los perfiles salariales del  lado rico del mundo vaya tan rápido sólo cuando se trata de beneficiar a minorías afortunadas que se mueven en la cúspide de la pirámide  social. La actualización crea entonces una super élite que nada en la abundancia mientras millones de “juanes de los palotes” se ahogan en necesidades. Dolorosa expresión de la desigualdad que tanto se reprocha al Estado Dominicano, sobre todo a la diversidad de políticos que han tenido la Cosa Pública en sus manos desde que ajusticiaron a Truijillo, sólo para terminar vanagloriarse del crecimiento de la economía mas no de la justa distribución de los frutos de esa generación de riquezas. Lo peor es que la sociedad  ha ido perdiendo, poco a poco, el capital político e ideológico que constituían muchos líderes jóvenes, intelectuales de ideas avanzadas y de hermosas utopías, en cuyos discursos los marginados  aparecían como su  mayor preocupación. Ya esa gente está en otra cosa. El izquierdismo  de ayer tiene hoy una gruesa presencia en los disfrutes del poder y en las otras poltronas que  el establishment  les tenía reservadas para que  realicen sus sueños personales mientras dejan tranquilas a las viejas estructuras que antes querían cambiar.

Desigualdad oceánica
No es lo mismo hacerse a la mar ilegalmente para llegar a Puerto Rico desde la condición de dominicano, que lanzarse desde el status de cubano. Las últimas cifras del Servicio de Inmigración de Estados Unidos indican que en el año fiscal del 2006 unos 790 dominicanos llegaron en yola a la vecina isla, y unos 700 cubanos también lo lograron. Pero sucede y viene a ser que a los hijos de la patria de José Martí que consiguen tocar  tierra  les reconocen automáticamente el derecho  de quedarse en territorio estadounidense; mientras que a los dominicanos, lo único que casi de inmediato les aplican es la repatriación. A pesar de que los norteamericanos satanizan el tráfico de indocumentales, mantienen en  vigencia un mecanismo de discriminación que premia a una parte de los viajeros. Terminan aceptando a los que proceden del socialismo cubano, que ideológicamente se les enfrenta, mientras a los refugiados  económicos dominicanos, que son hijos directos del capitalismo  atrasado y de las enormes fallas del propio sistema “democrático” que los estadounidenses  promueven,  los patean virtualmente para que se devuelvan hacia el  lugar de origen de sus penas, que es República Dominicana. Las únicas igualdades posibles en las aguas del Canal de la Mona son las que se refieren a  la fatalidad. Cada vez que ocurre un naufragio solo se salvan los que tienen resistencia  y saben nadar y para llegar a lo seco. No importa su nacionalidad. Y se tiene entendido que los tiburones no establecen preferencias con los cuerpos que se exponen a sus fauces. Los devoran sin averiguar dónde nacieron.

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