Quai Branly
Nuevo museo en París, diálogo de las culturas

Quai Branly <BR><STRONG>Nuevo museo en París, diálogo de las culturas</STRONG>

MARIANNE DE TOLENTINO
Hace años que reina la expectativa en relación con un proyecto excepcional que hoy culmina en una realidad impresionante. Se podría decir que la gran aventura del Museo del Quai Branly comenzó en 1992. La institución debe su nombre –que no fue fácil de encontrar– a su situación geográfica, a la orilla del Sena, siendo el “quai” una vía que bordea el río. 

El presidente Jacques Chirac, entonces alcalde de París, junto a Jacques Kerchache, coleccionista y experto en artes, organizaron la magnífica exposición de Arte Taíno en los espacios del Petit Palais. Fue una auténtica revelación para los franceses, y la República Dominicana contribuyó a su lucimiento con una cuantiosa y valiosa representación.

Hacia el Museo

Jacques Chirac siente no solamente pasión por las “artes primeras”, sino posee un profundo conocimiento de la materia. La muestra de escultores taínos, que  valió al alto mandatario el apodo de “cacique” en ciertos medios de comunicación, lógicamente iba a tener seguimiento… En 1995 es electo Presidente de la República e inmediatamente se preocupa por otorgar a las relegadas producciones artísticas no occidentales, un lugar que corresponde a su importancia antropológica y estética.

Un año después, una institución de gran envergadura, de magnitud jamás vista, para las civilizaciones de África, Asia, Oceanía, el continente americano y las obras que produjeron, ya se volvió compromiso oficial. Los estudios empiezan, y Germain Viatte, conservador general del Patrimonio de Francia, rodeado de un equipo de especialistas, es el director de un muy complejo proyecto museológico, que ya se va desarrollando en las diferentes fases de concepción, investigación y adquisición.

Para el inicio del tercer milenio, designaciones y decisiones capitales han sido tomadas. Se crea el Establecimiento público del Museo del Quai Branly y se nombra un presidente-director general del futuro organismo, Stéphane Martin. Habiéndose elegido un terreno cercano a la emblemática Torre Eiffel, se celebró un Concurso internacional –según se estila en Francia– para el diseño de la obra. Lo gana el grupo del famoso arquitecto francés Jean Nouvel.

En el 2000, se produce otro acontecimiento, emparentado con esos sucesos y preocupaciones, culturales e ideológicas, se inauguran en el Museo del Louvre, salas especialmente acondicionadas para exhibir 100 obras maestras de África, Asia, Oceanía y América(s), donde no falta el arte taíno… Esa sección, con inmenso éxito de público, va a mantenerse definitivamente como una suerte de antesala del Museo du Quai Branly.

Emotividad y Museo del Quai Branly

En 1992, Jacques Chirac expresaba: “Esta noción de reconocimiento, en el sentido más fuerte de la palabra, que expresa a la vez la atención prestada a las otras formas de arte, de cultura o de sociedad, la conciencia de su riqueza y de su legitimidad, y la necesidad de establecer con ellas un diálogo fecundo, me parece revestir hoy un carácter particularmente esencial”. No cabe duda de que esa profesión de fe, tan viva ahora como ayer, ha motivado e inspirado la creación del Museo del Quai Branly, y las acciones que han acompañado su realización.

Como bien lo expresó la embajadora Cécile Pozzo di Borgo, jefa de la misión diplomática francesa en Santo Domingo, cuando presentó distintos aspectos del Museo, ese museo “pertenece” al Presidente Chirac, a su pasión por las artes extra-europeas, a su convicción de la necesidad de diálogo entre las culturas. ¿Y no vacilaba el Mandatario en denunciar “la arrogancia y el etnocentrismo de los defensores del clasicismo europeo”? Destinar un gran museo a esas culturas que él estimaba marginadas, era pues un compromiso personal, que aprovechará a toda la sociedad, y la voluntad presidencial triunfó de todos los inconvenientes, disgustos y dificultades.

Impresiona el hecho de que una institución científica de investigación, enseñanza y formación, racionalmente planificada y minuciosamente programada durante una década, esté envuelta en tanta emoción.

 

Artes y culturas de África, Asia, Oceanía y América unidos en París

Tanto la selección de las piezas como su museografía se detacan por la voluntad de enlazar el pasado con el presente, de valorizar los mitos y las transformaciones

POR MARIANNE DE TOLENTINO

El Musée du Quai Branly, que abrirá sus puertas en París el próximo día 23 de este mes, dedicará más de 39.000 m2  a la exposición permanente de una selección de obras de referencia sobre las artes y culturas de África, Asia, Oceanía y de las Américas.

Señalan que además un sector temático de 750 m2 concierne a las interrogantes existenciales de carácter universal: relaciones del hombre con lo invisible, formas y figuras del poder, ciclo de la vida, intercambios y moneda, relación del hombre con el medio natural. La reflexión, en ese lugar de iniciación y comprensión, se privilegia.

La colección de 300.000 piezas –de las cuales se mostrará una décima parte, cambiando periódicamente, al público– reagrupa las colecciones del laboratorio de etnología del Museo del Hombre –nostálgico y definitivamente cerrado en 2003– y del Museo Nacional de las Artes de África y Oceanía, aparte de legados y adquisiciones.

Tanto la selección de las piezas como su museografía se detacan por la voluntad de enlazar el pasado con el presente, de valorizar los mitos y las transformaciones. No es un fondo arqueológico, y la abundancia de obras de los siglos XX y XXI lo demuestra. El propósito es testimoniar acerca de la vida y la creatividad de los pueblos, situados para los europeos en la otra extremidad del mundo (“les peuples du bout du monde”), a través de objetos de todas clases y por supuesto de los señalamientos informativos. La concepción de los itinerarios, tanto históricos como geográficos, ha querido ser original y siempre evitar la mirada neo-colonial, en la presentación y exaltación de la riqueza creadora, trátese de África (70.000 objetos), Asia (diversidad y abundancia de textiles), Oceanía (recorrido temático por las regiones del Pacífico), América ( 5.000 años de Alaska hasta el extremo sur andino), incluyando 178 piezas de arte taíno. Se enfatiza la presencia del Caribe y la sobresaliente personalidad amerindia, antes del “descubrimiento” y conquistas… 

Dentro de la dinámica cultural del Museo, otro aspecto fundamental incluye una infinidad de conferencias, manifestaciones artísticas y espectáculos, con danza, música, cine,  que se ofrecerán en el auditorium y distintos espacios. Las exposiciones temporales internacionales jugarán un papel muy importante. Ya están pautadas las tres primeras: “¿Qué es un cuerpo?”, “Nos hemos comido la foresta”, “Chwara, Quimeras africanas”.

La investigación científica será particularmente intensa y prioritaria, igualmente la enseñanza y las misiones de formación. La Biblioteca, que cuenta con 25.000 volúmenes, es de libre acceso, así como la sala de actualidad, con informaciones difundidas por medios interactivos. Provocar la curiosidad, alimentar las ideas, fomentar nuevas concepciones acerca del patrimonio de los pueblos, constituyen preocupaciones esenciales, dirigidas a los públicos multigeneracionales y a los jóvenes.en particular.

Ahora bien, la arquitectura de Jean Nouvel, autor del Instituto del Mundo Araba y de la Fundación Cartier, omnipresente en la escena internacional, demandaría un comentario específico, que hoy no podremos desplegar. Recordemos que el gran artista –lo es–  insistió en “la poética de situación” y expresó: “El jardín parisino se convierte en un bosque sagrado, y el museo se disuelve en sus profundidades”. Las edificaciones parecerían someterse a la ecología, al verdor y la vegetación del jardín de 18.000m2, diseñado por Gilles Clément, que las aloja, terreno de encuentro en el exterior y el interior, con 178 árboles y 30 especies vegetales.

Hasta la fachada principal está cubierta por un follaje, pero que al mismo tiempo que se expande protege el muro… De impresionante complejidad y tecnología de punta, en los materiales (¡incluyendo a 3.500 toneladas de acero!), las estructuras y el proceso de construcción, luce sin embargo, un hábitat natural y transparente, una “pasarela entre los árboles”, una desmaterialización mágica que responde a la espiritualidad de las piezas de la colección.

En fin, tenemos la esperanza de que el Museo del Quai Branly se convierta en una de las últimas maravillas del mundo, por su contenido y por su belleza formal.

Palabras del arquitecto

Encontramos un sentir vibrante en la Carta de Intención del arquitecto Jean Nouvel para el concurso de arquitectura. Queremos citar parte del primer párrafo del hermoso texto:

“Es un museo construido en torno a una colección. Donde todo está hecho para provocar el despuntar de la emoción cargada en el objeto primero, donde todo está hecho a la vez, para protegerlo de la luz y captar el raro rayo de sol indispensable a la vibración, a la instalación de las espiritualidades. Es un lugar marcado por los símbolos del bosque, del río y de las obsesiones de la muerte y el olvido. Es el asilo,  donde se acogen los trabajos censurados o menospreciados hoy, concebidos en Australia o en América. (…) Es un sitio único y extraño. Poético y perturbador”.

Y la emoción siguió, en la diaria labor de Germain Viatte –por cierto un admirador del Centro León– y de sus colaboradores, hasta las palabras concluyentes del presidente-director Stéphane Marti: “Una vez que pase la curiosidad natural suscitada por la apertura de este nuevo lugar de cultura en París, corresponderá al visitante hacernos saber si nuestra elección ha sido la correcta y si nuestra oferta corresponde a sus deseos. Nos dirá si este museo es efectivamente el espacio de intercambio y diálogo que deseamos para él.” Diálogo… diálogo siempre.

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