¡Qué barriles!

¡Qué barriles!

Lo de menos es que se hubieren destapado los barriles. Lo más grave es que nadie se toma en serio el dispendio. Porque los responsables, los autores, ignoran las razones de un escándalo innecesario. Y los electores carecen de la conciencia social indispensable para juzgar la falta. En consecuencia, estamos perdiendo el tiempo. Malgastan horas que pueden dedicar a quehaceres de más utilidad los investigadores periodísticos que advirtieron la existencia de esas sinecuras. Desaprovechan los breves y contados períodos de ocio cuando escuchan esas historias aquellos que se fajan de sol a sol para ganar tres pesitos.

En pocas palabras, pierde su tiempo el país cuando presta atención a las sandeces que cuentan los medios de comunicación social respecto de tales prebendas. ¿Qué nos dirán los llamados a lograr que la Administración Pública sea adecuadamente servida? Que esta minucia es pura tontería, una simpleza que ha ocurrido siempre. ¿Qué fuimos elegidos precisamente para que tales deslices no ocurran? Bueno, ¿y qué? Total son los medios de comunicación social los que inventan sórdidas historias para entretener a lectores y oyentes. Pero a nada de eso puede ofrecérsele la más mínima credibilidad.

¿Qué pudieron constatar que las listas de nombrados son homónimos de parientes de los Senadores? Bueno, ¿y qué? ¡Muchísimos dominicanos tienen nombres iguales o parecidos y no cobran dineros de las oficinas senatoriales! ¿Acaso no trabajan muchísimos hijos, sobrinos y nietos de don José María Bonetti en la Manicera y empresas conexas? ¿Por qué no van allá y los acusan de nepotismo? Y en la Cervecería Nacional Dominicana o en la empresa de tabacos León Jimenes, ¿no están nombrados muchísimos hijos, nietos y biznietos de don Eduardo León Jimenes? ¿Por qué no los acusan de nepotismo? ¿Porque ellos son los dueños de esas empresas?

¡Ahhh, pero es muy fácil coger piedras para el más chiquito! ¡Así cualquiera arma un barullo creyéndose que está salvando a la República! Total, que al paso que la llevamos ¡no la salva ni el médico chino! Porque sépase bien claro, sí, sépanlo todos ustedes, que esto no es Inglaterra. ¡Esto es República Dominicana, donde cada quien hace lo que le da la gana! Es en Inglaterra en donde descubren a un ministro cuya cónyuge adquirió productos con una tarjeta de crédito pública y tiene que renunciar. ¡Ese es un país atrasado que no sabe cómo se bate el cobre de los gobiernos!

¡Qué vengan aquí, aquí les daremos lecciones de administración pública! ¿O ustedes que saben lo del barrilito se atreven a dudarlo?

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