¡Qué cachaza!  Señor Alcalde

¡Qué cachaza!  Señor Alcalde

Por su jerarquía, un alcalde no sólo es el encargado de ejecutar los acuerdos del Ayuntamiento, sino también su autoridad abarca mantener la salubridad, limpieza y el buen orden de sus conciudadanos y dependientes.  Por tanto, es el responsable de todo cuanto acontece en la demarcación para la cual ha sido electo como su máxima autoridad.

La ciudad de Santo Domingo fue dividida hace poco tiempo en varias circunscripciones.  En esta entrega, me referiré únicamente al Distrito Nacional, ya que es la zona en la cual habito y me desplazo constantemente.  En tal virtud, observo el estado de cosas, que de nosotros tener un administrador eficiente, diligente y que además escuche a los pobladores que le dieron el triunfo, la ciudad sería “posible” tal como lo preconizara en su campaña para lograr votos.

Un refrán popular expresa: “arrópese hasta donde las sábanas le alcancen”.  En su afán incontrolado por hacer ejecuciones por encima de sus posibilidades, nuestro Alcalde, sin importarle dejar a medio talle una obra, clausura por tiempo indefinido lugares emblemáticos para la Ciudad Primada de América.  ¿Cómo es posible que el Parque Eugenio María de Hostos permanezca cercado y cerrado por espacio de cuatro años?  Sabía el señor Alcalde, que el otrora denominado “Parque infantil Ramfis” fue uno, sino tal vez el más bonito e impresionante de Las Antillas.  Si bien es cierto que se desnaturalizó cuando se estableció en él un coliseo para lucha libre profesional, no es menos cierto que debió tomar en consideración que allí también estaba el local de la Federación Dominicana de Ajedrez y, en otros tiempos, una escuela de ballet dirigida por la eximia Magda Corbett y en donde la juventud podía recrearse contemplando a la ya fallecida Rosita Obregón.  Fue también, la sede de los Boy Scouts, organización fundada por Baden Powell. 

Otra joya histórica de la ciudad, lo constituye la playa de Güibia.  Sin embargo la misma, que con sus paraguas era lugar en donde “brillaban” los estudiantes de antaño, hoy está tapiada y como el Casino se le donó al club de profesores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, (UASD), los bañistas, para nadar en el mar deben ir a Boca Chica o a la peligrosa playa de Manresa. 

Para tirarle la toalla, sólo me referiré a un tercer caso, no obstante haber mucha tela por donde cortar.  La avenida Rómulo Betancourt ha sido arbolada con plantas nativas de mara y caoba.  Pero, el muro separador en donde están sembradas, había sido levantado y vaciada la acera hasta las proximidades de la farmacia Brasil.  De ahí en adelante, los obreros destruyeron el muro separador hasta cerca de la avenida Núñez de Cáceres y hace varios meses que la obra ha sido abandonada, lo cual permite que los vehículos se crucen de carril, con el peligro de accidentes fatales.

Al parecer, para las “canquiñas” no objetables porque son para el esparcimiento de la niñez, sí hay fondos públicos.  También, para el denominado “zooberto”, parque temático de mal gusto en el cual se invirtieron cuantiosos recursos.

Lo que sí es, no sólo inconcebible sino totalmente ilegal, es el pretendido cobro que aprobó por Resolución la Sala Capitular y sus “honorables regidores” para recaudar enormes sumas de dinero a los propietarios de casas, apartamentos, discotecas, salones comerciales, supermercados, colmados, restaurantes, hoteles, moteles, cabañas turísticas y otros establecimientos públicos y privados. Estas entidades ya pagan a la Dirección de Impuestos Internos; por lo tanto, pretender cobrar una doble tributación, es inconstitucional.  Sólo un Alcalde codicioso y unos Regidores ávidos de aumentar sus dietas y “picoteos” pueden votar semejante «birria jurídica».  Como nos han indicado que Usted vive en el exclusivo Metro Country Club, su jurisdicción es Juan Dolio, provincia de San Pedro de Macorís y por ende,  no estará sujeto a la contribución aludida.  Maravillosa y mágica requisa. ¡Salve, señor Golfista!

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