Qué comemos y quién nos cuida?

Qué comemos y quién nos cuida?

No hemos salido del impacto que causaron las dudas sobre la  calidad de  los  embutidos  cuando cobra actualidad la certeza de que los alimentos de origen agrícola  llegan al consumidor con trazas tóxicas por la aplicación de plaguicidas a los cultivos; y no porque los agricultores se propongan deliberadamente envenenar a los consumidores. Es porque no  reconocen límites en el uso de insumos químicos.

Carecen de información y criterios que garanticen que  las sustancias letales que aplican a hongos y enfermedades vegetales no alcancen a los humanos  por   excesos de dosis y otras imprevisiones. Así  como en ocasiones  solo aparece  una tenue frontera entre lo sublime y lo ridículo, en  materia de  producción de   alimentos la diferencia entre la vida y la muerte puede ser cosa de pocos gramos.

 ¿Cómo se evitaría que  la ingestión de  víveres, legumbres y frutas sea riesgosa? Existen normas sencillas pero ineludibles. Dan resultados en otros países protegidos  por autoridades conscientes y responsables que no llegan a los cargos como advenedizos  a los que la política atribuye funciones  aunque no califiquen para ellas. Impedir que los alimentos estén contaminados por químicos es tarea para al menos dos ministerios (Agricultura y Salud Pública). Por el momento han tenido que reconocer que ese objetivo no se logra. Medir  las consecuencias de su  infuncionalidad  sería  difícil. Por ahora solo queda escandalizarse.

El espejismo de las mediciones

Vivimos en un país de baja inflación según nos dicen a diario (0.65% en septiembre). Pero se trata de números fríos que  ayudan poco  a comprender la realidad social que se expresa en el predominio de salarios mínimos o notablemente  bajos que no sirven para cubrir las necesidades básicas; y mucho menos para ascender, siquiera paulatinamente, a mejores niveles de vida. La importancia de los precios, aún siendo estables o moderados, está subordinada al poder adquisitivo de los ciudadanos. Y con motivo de la crisis que causa desempleo y congela los  ingresos de millones de hogares, la situación es crítica también. La mitad de la economía es informal. Miles de negocitos  de subsistencia con gente  mal remunerada, sin seguridad social y a expensas de la usura. Mini empresas familiares sin oportunidad para modernizarse y crecer. Millones de personas atascadas en la pobreza para las que todo resulta caro aunque no suba de precio.

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