¡Qué democracia tan cara!

¡Qué democracia tan cara!

JOSÉ BÁEZ GUERRERO
j.baez@codetel.net.do 
Muchas veces quienes ejercemos el periodismo erramos al repetir como loros falsas “verdades” que son propiamente falacias, o sea mentiras cuya intención es dañar. Como todo, hay un chin de verdad, disfrazada o distorsionada, para engatusar. Tal es el caso de las quejas en torno al enorme gasto que representan las elecciones, a juicio de muchos un dispendio de recursos merecedores de mejor destino.

Es posible que, si consideramos que tenemos apenas poco más de cinco millones de votantes, el total gastado en propaganda, publicidad, movilizaciones y demás actividades proselitistas, resulte en una cifra grosera. Pero cuando analizamos cómo y quiénes son responsables de esa hemorragia, y comparamos sus esfuerzos a los resultados obtenidos, podemos ver que el dispendio ocurre por lo fácilmente que cualquier grupito de gallos locos se ve con millones en las manos para politiquear.

Debería darle vergüenza a tanto politiquito bocón, que a pesar de la complicidad de ciertos medios de prensa que con sus primeras planas magnificaron (hasta caricaturizarlos) su real importancia, al final del día terminaron con un puñado de votos tan insignificante que no les alcanzaría ni para salir electos en la directiva de un club de dominó.

Amable Aristy Castro, por ejemplo, no logró ganar ni siquiera en Higüey, en una demostración divina de que la Virgen de La Altagracia no es tan boba como quisieron algunos hacer creer. Habrá que ver cómo, ahora que con menos de un 5% de los votos pasa a ser un partido minoritario, y por tanto inelegible para recibir la millonada de fondos públicos entregados por la Junta Central Electoral, el PRSC financiará su actividad política.

El costo real de las elecciones no es sólo la suma del dinero, sea del erario, de contribuciones privadas o del peculio de los candidatos ricos, que se gasta, sino la manera en que disminuye la productividad nacional, con tanto vago aspirando a mejorar su vida por vía del “trabajo” partidario.

Al decir que la democracia nos sale muy cara, hay que pensar más en cómo reducir o eliminar las subvenciones a los partidos, cómo desyerbar la boleta para simplificar las cosas, cómo reglamentar y transparentar las finanzas de los partidos. La prensa puede ayudar dimensionando la real importancia de cada cuál, en vez de “dar cancha” a tantos que el pueblo, sabio, pone en su justo lugar.

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