Quizás ya lo has visto en las redes sociales, como también te habrás encontrado con alguno de los cientos de artículos que hay en internet con fotos de personas no famosas que se parecen a figuras públicas o de celebridades que se parecen mucho entre sí.
De hecho, una de esas comparaciones que se ha popularizado en años recientes es la del fundador de la escudería Ferrari, el italiano Enzo Ferrari, y la del futbolista alemán de origen turco Mesut Ozil, y que nosotros también nos animamos a presentarte como viste al inicio de este artículo.
Lo que Brunelle quizás no imaginó cuando arrancó con su proyecto es que se convertiría en la base de una investigación científica pionera.
Fue contactado por un grupo de expertos del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, de Barcelona, que trata de entender las similitudes físicas entre individuos que no tienen vínculos familiares.
Manel Esteller, director del instituto y profesor de Genética en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, lideró el estudio y contó los fascinantes hallazgos.
Puede leer: Estos son los récords mundiales Guinness del mes de noviembre
Bajo la lupa
En agosto, los resultados de la investigación, que comenzó en 2016, se publicaron en la revista especializada Cell Reports.
Con el título Look-alike humans identified by facial recognition algorithms show genetic similarities («Humanos parecidos identificados por algoritmos de reconocimiento facial muestran similitudes genéticas»), los autores explicaron que el estudio, a nivel molecular, tenía como objetivo «caracterizar seres humanos aleatorios que objetivamente comparten rasgos faciales«.
Son los individuos que por su «alta semejanza», llamamos coloquialmente dobles o gemelos desconocidos.
Los investigadores contactaron a Brunelle y de su proyecto salieron las 32 parejas voluntarias.
Las fotos de sus rostros fueron analizadas con tres softwares de reconocimiento facial, como los que se usan, por ejemplo, en los aeropuertos, en la policía o para desbloquear el celular.
«Son programas que te dicen cuán similar es una cara en comparación con otra», explicó Esteller.
En gemelos, por ejemplo, la similitud detectada por esos programas alcanza 90%-100%.
En el estudio, se utilizaron para determinar el grado de «semejanza» de los rostros de las parejas y encontraron «una tasa de similitud elevada«.
«El número de pares que fueron correlacionados por al menos dos programas fue muy alto (75% de similitud en 25 de 32)», indicó el instituto en un comunicado.
De acuerdo con Esteller, eso está «muy cerca de la capacidad humana para reconocer gemelos idénticos».
En la mitad de las parejas, los tres programas encontraron correlaciones, es decir, 16 pares extremadamente parecidos.
Los resultados
Los investigadores analizaron «el material biológico» de los participantes, algo que fue un poco «complicado» de obtener porque estaban «en distintos países», señaló el doctor.
Así, muestras de ADN de la saliva fueron recogidas y analizadas.
«Estudiamos ese material biológico, el genoma y dos componentes más: el epigénoma, que son como las marcas químicas que controlan el ADN, y también el microbioma, el tipo de virus y bacterias que poseemos».
El genoma, la genética, fue lo que terminó poniendo a «las parejas juntas», mientras que la epigenética y el microbioma -aspectos relacionados con el entorno- los distanció.
«Lo que el estudio está demostrando es que lo más importante en estos casos es que (las parejas) tienen una genética similar, una secuencia del ADN semejante, y (el parecido) no es debido a que tengan familias en común, no hay ninguna relación entre ellos».
Más allá de lo físico
Este estudio es pionero en el ámbito de la genética porque, como lo señala Sarah Kuta en la revista Smithsonian, aunque «puede parecer obvio que las personas con rasgos faciales similares también tendrían algo del mismo ADN, nadie lo había probado científicamente hasta ahora«.
Pero también hay algo que va más allá de lo físico.
A los voluntarios, se les pidió rellenar un cuestionario con más de 60 preguntas sobre sus hábitos de vida «para ver si también se parecían en eso y en algunos casos hubo semejanzas», indicó el profesor.
«También se analizaron otros aspectos físicos como el peso, la edad, la altura, etc.»
El estudio encontró que en las 16 parejas muy parecidas, «muchos tenían pesos similares y el análisis de sus factores biométricos y de estilo de vidatambién mostró que había similitudes«.
Somos una especie, ¡cualquiera que sea nuestra apariencia!»