Acostumbro hablar con amigos que disfrutan tratar temas que en los que se ponen de manifiesto las complejidades del ser humano. En tal sentido, cada vez que se presentan situaciones especiales o particulares, no dejo de pensar en esa problemática. Porque tal como leí hace mucho: “Decir que el hombre es el protagonista de la historia implica una reivindicación de señorío, una afirmación de libertad, la responsabilidad indelegable de una tarea”.
Ello así, porque, en lo más profundo, el ser humano repudia ser manejado. Quiere dejar su propia huella. Porque como el hombre es quien hace la historia, quiere hacerla a su modo. Pero, según algunos filósofos, haciéndola, podría también hacerla de otro modo. Dependiendo, digo yo, de aspectos que pueden escapar de su propio dominio. Y es que el ser humano cuando protagoniza su propia historia, está afirmando o confirmando que es un ser inteligente, libre y responsable, pero viviendo una realidad que no todos están en capacidad de comprender.
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Sócrates, el conocido filósofo y educador griego hace muchos siglos nos legó la extraordinaria idea de: “Conócete a ti mismo”. Frase que abiertamente insinúa una incógnita y hasta cierto punto una angustia. Y creo que el mismo Sócrates dijo: “Antes conocerá con su inteligencia los misterios del universo que lo rodea, que lograr conocer y explicarse los misterios de su mundo interior. Inmerso en un universo gigantesco, le será incluso más fácil orientarse en las lejanías cósmicas que en los vericuetos de su propio corazón”.
Por eso, viviendo lo que ocurre cada día, se hace necesario conocer y comprender mucho más a fondo a los seres humanos, sobre todo a los actores y sus circunstancias. Porque se hace difícil pretender juzgar las interioridades de otros, ya que incluso son difíciles conocer las de quienes lo pretenden. Eso me lleva a pensar que cada ser humano con posibilidades tiene la intención de transformar la sociedad y de propiciar cambios de estructuras. Pero como tenemos dificultad para conocernos a nosotros mismos, se nos hace difícil comprender sus actuaciones. Pero, mientras tanto, el ser humano como hacedor de la historia, nunca renunciara a ser protagonista de su propia historia.
Se hace empero difícil hablar del hombre en general y particular, porque no hay efectivamente un prototipo, un ideal, una esencia del hombre, igualmente aplicable a todos los hombres de todos los tiempos y en todos los lugares. Por eso entiendo que al analizar, debemos pensar en los seres humanos protagónicos, dentro de sus circunstancias específicas. En su momento histórico. En su ubicación geográfica o geopolítica. De ahí que se ha dicho y repetido que: “El hombre, ser complejo y difícil, uno y vario, sigue siendo una incógnita para muchos hombres. Difícil es conocerlo. Y más difícil explicarlo o comprenderlo”.
Escuché no hace mucho tiempo a un sacerdote decir: “Qué difícil se hace la tarea de los humanos con oportunidades de hacer cosas para dejar complacidos a los demás seres. Y qué difícil resulta analizar o criticar esas acciones sin apasionamiento y sinceridad, cuando los que lo hacen no son capaces de conocerse a sí mismos”. Por eso, disfruto mucho conversando con amigos y leyendo sobre estos temas. Sobre todo, hurgando permanentemente tratando de conocerme a mí mismo.