¡Que Dios nos coja confesados!

¡Que Dios nos coja confesados!

Los precios de los productos de primera necesidad han aumentado tanto que el Ministro de Agricultura recomendó comer papas en vez de plátanos.

Esa declaración demuestra la certeza de la denuncia del compañero Leonardo Faña, jefe del sector agropecuario del Partido Revolucionario Moderno, cuando describió las fallas del gobierno en el impulso de la producción agropecuaria, lo que nos ha llevado al hoyo en que nos encontramos y a la carestía de los productos de primera necesidad.

Si justicia tardía es justicia denegada, baja producción de alimentos es igual a subida de los precios de los productos de la canasta familiar, que es lo mismo que aumento del hambre y de las dificultades para que se alimenten las familias. Los cosmetizados números de las autoridades no producirán alimentos, pero sí titulares de periódicos favorables al “aumento de la producción a niveles nunca vistos”.

Los productos de la dieta diaria no son los únicos cuyo precio ha aumentado, también se ha producido un incremento, indecente y abusivo del precio en medicamentos esenciales para el equilibrio de la salud, sin que medie la charlatanería de poder argumentar “que la prima del dólar se disparó”, por ejemplo.

Anoto en la caja el precio de los medicamentos que debo tomar a diario. También reviso el contenido de cada envase cuando se recibe el pedido de la farmacia. Hay casos de alzas del 30 por ciento de un mes a otro. Hay casos de medicamentos facturados pero las cajas llegan vacías. Me ha salvado la previsión de contar lo recibido.

En renglones tales como alimentación y medicinas esenciales, el descuido, la falta de atención, la falta de vigilancia llega tan lejos que no existe control de calidad de los alimentos que entran por la aduana y si existe no lo parece, tampoco de los criollos.

Alarma pensar que no exista control sobre los medicamentos que venden las farmacias, porque alguien vende y alguien compra las ingentes cantidades de “medicinas” falsificadas que poco falta para que los fabricantes y quienes las comercializan sean premiados como empresarios del año.

Lo peor viene con la prestación de los servicios de salud privados y públicos: sencillamente no hay control. Ya sea que la más reciente invasión haitiana trajo consigo la tuberculosis, la malaria y otras plagas, lo cierto es que problemas como el dengue, erradicados desde los años de la década de 1950, han resurgido ¡y de qué manera!

El Ministerio de Salud Pública produjo un documento para enfrentar el dengue y su titular dice que los médicos busquen el folleto para saber qué hacer. ¿Acaso no es más fácil hacer mil reuniones con todos los médicos de hospitales y los que no lo son?

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