Que Dios nos coja confesados

Que Dios nos coja confesados

El equipo técnico del Partido Revolucionario Dominicano examinaba asuntos importantes y cómo abordar los problemas.

El doctor Marcelino Vélez Santana, un científico muy preocupado por los problemas nacionales, disertó brillantemente sobre la ninguna calidad de las aguas manejadas por el acueducto de Santo Domingo.

Uno que otro sesudo técnico discurrió sobre el tema hasta que Juan Bosch, entonces presidente del Partido Revolucionario Dominicano, cortó el nudo gordiano de la conversación con esta pregunta: ¿doctor y cómo hacemos con el agua que usamos para bañarnos?

Soy de las personas que durante años he combatido el modo de manejo de los alimentos.

En las calles transitan vendedores de comestibles cocinados manejados a la intemperie, rodeados de moscas, mimes y otros insectos, sin que los compradores ni la autoridad adviertan el peligro para la salud.

Las fritureras cocinan una y otra vez, uno y otro día, con un aceite sobrecalentado repetidas veces, lo que provoca enfermedades.

¿Y qué decir del tratamiento que se da a la piña o al melón cuando se pelan para venderlos en trozos? El vendedor toma la fruta con las manos que acaba de usar para rascarse el fondillo, porque le pica… pero no tiene guantes. Esos trozos de frutas son alimento para insectos que aterrizan con una velocidad y el estilo de buenos experimentados pilotos.

En la década de 1970 iba todos los sábados con Leo Corporán a comprar frutas y víveres al mercado de la antena, al final de la avenida Duarte.

Puede que haya otros lugares donde la putrefacción forme parte del medio ambiente, pero ninguna será más penetrante ni una mayor demostración de por qué se le dice puercos a los puercos. Allí conviven la asquerosidad y el descuido, la falta de higiene y el desconocimiento.

Nunca compramos carnes, se arrojaban las bandas de vacas  sobre la espalda sudada y sucia de los tablajeros.

Lo denuncié mil veces, pero no valió de nada. Aún opera en ese mismo lugar el mercado más surtido de Santo Domingo.

Aquí hay gente, sobretodo funcionarios, que descubren el país como si hubieran llegado de Marte.

¿Quién no ha visto y olido las heces fecales que ruedan por los bordes de las aceras en distintos sitios de Santo Domingo?

¿Quién no ha visto los charcos  que se originan en distintos puntos de la ciudad luego de que durante varios días una tubería del acueducto permanece sin reparar, pese a las denuncias? ¿Y el agua que continúa su curso, está contaminada? ¿Lo descubrió ahora?                 

Ahora dice la Academia de Ciencias que el cólera puede llegar a los hogares por el sistema de agua ¿potable? que suple la población. 

¿Y la autoridad? ¡Gracias, bien gracias!

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