El arte de gobernar en muchas ocasiones ha resultado difícil. Con tendencia a que cada vez se torne más complejo. Y según la evolución de los países. Especialmente a medida que se ha ido imponiendo o procurando la universalización de los procesos económicos así como los conflictos políticos.
En ese sentido Herbert McLuhan, profesor de literatura inglesa, crítica literaria y teoría de la comunicación, acuñó el término “Aldea Global” para describir la interconexión humana a escala mundial a través de los medios electrónicos.
Según él, en la medida en que se llega a la aldea global, más difícil se torna el ejercicio de la soberanía y más débil podría ser el resultado de las medidas de carácter económico o social que se tomen para el fortalecimiento de las naciones como tales.
De ahí la importancia para los gobernantes y todos sus equipos de trabajo, tener presentes las funciones básicas de los gobiernos que son fundamentalmente: decidir, controlar, servir y producir.
No en vano muchas personas piensan y expresan que gobernar es primero que todo decidir. Pero decisiones diarias y permanentes, en ocasiones se tornan confusas y a veces contradictorias a medida que se diferencian los ámbitos del poder y se multiplican los organismos.
La multiplicación de la complejidad de las decisiones puede ocurrir en todos o en la mayoría de los niveles. Sobre todo cuando se perciben contradicciones entre ellos.
Otra de las funciones básicas de los gobiernos es controlar. Pero hay que tener mucho cuidado con ello, porque no son pocas las personas vinculadas a la burocracia que se sienten apasionadas o atraídas por ejercer la tarea de controlar.
En un análisis del significado de gobernar a nivel de los funcionarios públicos en varios países del área, se encontró que la acción de controlar se identifica total y casi exclusivamente con la imagen que cada uno de ellos tiene sobre el ejercicio de gobernar.
Para algunos, controlar es ejercer el poder y el poder es solo para controlar. ¿Controlar qué y cómo se controla? A veces se constituye en un gran problema y en una gran interrogante. Algunos estudiosos han expresado que lo que ocurre es que existen personas que disfrutan de la pasión del poder individual más que beneficiar a la sociedad o llevar a cabo proyectos de conjunto.
Lo que definitivamente contribuye a hacer menos difícil el arte de gobernar, es mantener una dirección clara y firme. Que ideas y decisiones de la cúpula del poder sean seguidas al pie de la letra por los demás organismos. No olvidar que somos, como bien señaló McLuhan, una aldea global.
Donde todo se ve aunque se quiera ocultar. Donde las contradicciones resaltan. Por tanto es recomendable mantener coherencia, diafanidad, autenticidad y prudencia. Y rectificar cuantas veces sea necesario. Pues hay ocasiones en que algunas acciones humanas procurando lo mejor, no necesariamente logran sus objetivos.
Esos lineamientos podrían coadyuvar a que gobernar resulte un arte mucho menos difícil. Sobre todo en períodos especiales de pandemia como los que vivimos.