La comunidad educativa dominicana, con sus componentes público y privado y sus propósitos de servir a la colectividad, tiene que concentrarse y girar en torno a un liderazgo esencial representado por el Consejo Nacional de Educación. Someterse a sus directrices, que dimanan de una conjunción de representaciones del propio sector, no supone una disminución del derecho a iniciativas pedagógicas y tarifarias al dedicarse alguien a la enseñanza con el doble propósito de ser útil a la sociedad y obtener lucro. Por encima de la extendida educación privada, que siempre ha existido, está la obligación para con el país de fijar límites y normas para que los colegios no se excedan como negocios; ni impartan docencia con planes que se aparten de un proyecto nacional. Se educa para que la sociedad sea mejor. La enseñanza no pueden escapar, en nombre de la libre empresa, a las reglas generales del Consejo.
Viene al caso decirlo porque las autoridades se olvidan de trazar cauces para luego descubrir que los colegios privados imponen reglas unilateralmente a padres y alumnos que acuden a sus ofertas que a veces implican precios y exigencias gravosas hasta para una minoría. Aun cuando sería difícil establecer con aplicación retroactiva las sensatas reglas que el juego amerita, procede que las autoridades educativas digan de una vez y por todas y a todo el mundo: hasta aquí llegó la permisividad.
Recomendación que viene al caso
Aunque la atención del país se concentra en estos momentos en tarifas abusivas, cobros adelantados y bloqueos de calificaciones en perjuicio de los usuarios de la enseñanza privada, el Banco Interamericano de Desarrollo ha tenido a bien recordarles a los dominicanos, y de manera particular a un gobierno que teoriza mucho y en ocasiones pierde de vista lo fundamental, que aquí no vamos a llegar muy lejos hacia el desarrollo si el Estado no destina un 5% del Producto Interno Bruto a la Educación.
Además pone en claro que para superar las deficiencias hay que echar adelante las enseñanzas de Matemáticas e inglés. El país necesita más profesionales diestros en ciencias para actividades que han cobrado importancia; que serían la base del desarrollo para que las exportaciones dominicanas tengan más valor. Y del inglés, ni hablar: es el idioma de las mejores tecnologías y del poder económico.