Que el mal comí’o no piensa

Que el mal comí’o no piensa

JACINTO GIMBERNARD PELLERANO
No voy a ir tan lejos como el valioso, y valiente, profesor Hendrik van Loon, criticado por sus obras de difusión «porque le quitaba al arte parte de su misterio», e igual a la historia, en cierto modo a la Biblia y a todo cuanto tocaba, haciéndolas lógicas hasta donde era posible.

 Nacido en los Países Bajos, nacionalizado norteamericano, vivió del 1882 a 1903, dictando cátedras en altas universidades, y sacudiendo a asistentes y lectores con esa extraña simpleza con que nos explica que el costo de los fosos en el medioevo incidía en el costo de construcción vertical de los castillos como después habría luego de incidir el precio del terreno, digamos en Nueva York.

Una de las atrevidas discusiones que mantuve con el bien recordado (o amado) padre Robles, en mi adolescencia, fue la de defender el uso de la simplicidad siempre que fuera posible, para alcanzar a grandes mayorías. El no estaba de acuerdo. Decía que no se podían desnudar las cosas, quitándoles su magia, su invitación al análisis, el tejido de sus sugerencias.

– No se puede llevar a Bach al merengue para que el pueblo lo entienda; el pueblo debe ascender hasta su nivel para disfrutarlo.

En ésto estábamos de acuerdo, porque no se trata de rebajar la gran cultura a niveles de comprensión del ignorante, sino de ir levantando al ignorante hasta que acepte que la gran cultura humana es suya… y la tome como tal.

Tuve la satisfacción de que en más de un decenio de mantener en televisión el programa «Música de los Grandes Maestros», pude comprobar que era atentamente seguido por un público humilde, gracias a las explicaciones que ofrecía, inspiradas en Hendrik Willen van Loon, que Dios tenga en gloria.

Por supuesto, nos hace falta cultura. Anhelamos que los presupuestos mayores del Estado sean dedicados a la Educación, desde Primaria a la Superior. Los países, y hasta regiones, que ofrecen mayor apoyo a la educación, están a la cabeza del progreso que interesa a los nobles espíritus.

Entendemos, como Freddy Beras Goico, hombre de nobilísimos sentimientos, altamente sensible a los dramas nacionales, que hay Secretarías de Estado que no tienen razón de ser porque pueden formar parte, como Direcciones Generales, de Secretarías de Estado relacionadas con el tema. Secretaría de la Juventud, de Medio Ambiente ¿qué han logrado? El Rockash sigue ahí, no auscultamos -con un estetoscopio- las ventajas logradas por la juventud.

Es que primero necesitan comer.

Y hacia este punto nos encaminamos.

Sin comida no existe capacidad pensante, deliberativa.

Los latinos tenían claro el asunto: «Primun vívere, deinde philosophare».

Primero vivir, es decir, comer, beber, no pasar la vida a la intemperie…entonces organizar el pensamiento hacia lo lógico, lo trascendente, lo sensato.

Con hambre no se puede.

Nuestro pueblo, apartando pequeñas minorías enriquecidas por el esfuerzo lúcido y agobiante, o a resultas de tramposerías, está en la miseria.

Muchos dominicanos pueden alimentarse una vez al día. Con suerte. Realmente el Plan Social Gubernamental me luce tímido.

Irreal como facilitador.

Es que estar ocupando un alto cargo, con los gastos normales y anormales bien cubiertos, genera el fenómeno mundial de la incapacidad de ver. Cuando cincuenta pesos significan cincuenta centavos de no hace muchos años, y cuando a uno le dicen que algo cuesta diez, no sabe si diez cientos o diez miles o diez millones, es que las cosas no están claras.

Y esto hay que arreglarlo.

Sé que la República Dominicana es un país rico mal administrado, como reconociera Balaguer.

Pues es tiempo de corregir el error perceptivo.

Porque «el mal comí’o no piensa»

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