Que el pueblo eduque al pueblo

Que el pueblo eduque al pueblo

JUAN D. COTES MORALES
Los dominicanos tenemos muchas dificultades y problemas que venimos arrastrando desde hace mucho tiempo y que en ocasiones nos llenan de temor y nos hacen expresar inquietudes utilizando palabras tan impropias como desconcertantes. Las imputaciones y los insultos han recaído en la responsabilidad de todos los gobiernos y de muchos de sus respectivos funcionarios.

Sin embargo, los años pasan, las elecciones cuentan constitucionalmente con sus días diados y los procesos tienen el prodigio, hasta para los más escépticos, de ser siempre novedosos por sus programas cargados de propuestas y promesas capaces de llenar nuestros espíritus de esperanzas, ilusiones, verdades, sueños, muchos sueños, casi verdaderos.

Es bueno estar vivos para contarlo tal como lo sentimos y nos lo han hecho vivir dramáticamente.

La distribución equitativa de la riqueza, educación, trabajo, salud, justicia social, tierra, comida y techo para todos eran las consignas más bellas a la caída de la tiranía.

Hoy, tantos años después, esas mismas consignas nos llenan de nostalgias, soledad y tristezas infinitas, sobre todo, cuando recordamos cuántos han caído en la lucha de lo que pudo haber sido fácil de no ser por las fatales ambiciones y egoísmos que se apoderaron de muchos que prefirieron ser muy complacidamente bergantes vivos y no héroes muertos y desconocidos.

El daño más grande que se le ha causado al pueblo ha sido no haberlo instruido, organizado, capacitado y educado para ser un ente de participación social apto, activo, leal, sincero, tan optimista que sea capaz de soñar por sí solo con todo lo sublime y bello de la creación y de la grandeza humana.

Da la impresión de que la ignorancia y el analfabetismo se convirtieron en herramientas de los ricos para explotar a los pobres y mantener a los desposeídos arrodillados y postrados, sin iniciativas, sin capacidad ni respaldo de nada ni de nadie.

Creo, sinceramente, que todos los gobiernos tuvieron la intención de hacer aportes valiosos en la escuela para la gente que necesita educación. Lamentablemente, muchos programas y proyectos fueron sacrificados por las prioridades de otras instituciones, exactamente igual a como ha sucedido con muchos países de América Latina.

Hoy estamos en un momento crucial: educación o la trampa social de la ignorancia.

El presidente Leonel Fernández, por sí mismo y como interlocutor del pueblo, las Fuerzas Armadas, las iglesias de la cristiandad, los empresarios, las universidades, los maestros, profesores e instructores de todo el país tienen la oportunidad irrepetible de convocar a las fuerzas vivas de la nación para declarar del más alto interés nacional y social la educación dominicana, predicando incesantemente todos los días una consigna heroica capaz de concitar los entusiasmos de todos en la búsqueda de ese ideal: que el pueblo eduque al pueblo.

Esa es la clave del presente. Organizar el proceso educativo desde la base misma del pueblo donde existe un corazoncito pobre y bueno que siempre ha tenido deseos de que se le tome en cuenta para hacer muchas cosas.

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