Afasia simplemente significa que alguien tiene un problema de lenguaje con el que no nació», explica Hugo Botha, neurólogo de la Clínica Mayo en Minnesota.
Las causas más comunes son los accidentes cerebro-vasculares (ACV) o lesiones en la cabeza. Los expertos advierten que si bien puede afectar la producción y comprensión del discurso hablado o escrito, normalmente no afecta la inteligencia.
La padecen unos dos millones de estadounidenses, de acuerdo con la Asociación Nacional de Afasia, y es más común que el párkinson, la parálisis cerebral o la distrofia muscular.
Una encuesta de 2016 dirigida por la asociación reveló que menos del 9% de los encuestados sabía en qué consistía la afasia.
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Si bien normalmente es causada por un evento puntual como un ACV, «hay otras posibilidades, como que provenga de una enfermedad neurodegenerativa», explica Brenda Rapp, científica especializada en cognición de la Universidad Johns Hopkins.
En esos casos el daño es progresivo y la terapia se enfoca en prevenir futuras pérdidas funcionales.
La familia de Willis no compartió la causa de su diagnóstico en su comunicado.
¿Qué tipos existen?
El sistema cerebral que gobierna el habla es una «máquina muy compleja» que involucra la capacidad de escoger las palabras correctas, mover la boca apropiadamente para vocalizarlas, y asimismo la escucha y codificación de su significado, dijo Rapp.
Todos ocasionalmente tenemos problemas para encontrar la palabra adecuada, «pero esto con la afasia pasa muchas veces», añadió.
Los médicos ocasionalmente clasifican la afasia en categorías clínicas amplias que se correlacionan con el lugar donde ocurrió la lesión del cerebro.
En la afasia expresiva, la gente «usualmente entiende completamente bien pero tiene problemas para emitir palabras», dice el logopeda Brooke Hatfield, de la Asociación Americana del Habla, el Lenguaje y la Audición (ASHA, por sus siglas en inglés).
Una persona con este tipo de afasia puede usar frases simples como «querer comida» para que la entiendan.
En la afasia receptiva «las palabras vienen fácilmente, pero pueden no ser las correctas. Y es difícil para esa persona entender lo que está oyendo», añadió Hatfield.
Terapia del lenguaje
La buena noticia, dice Hatfield, es que «todos tienen una oportunidad de mejora» en el largo plazo.
«Hay gente que tuvo su ACV hace 30 años que trabaja en su lenguaje y comunicación y obtiene progresos».
El cerebro es extremadamente plástico, y la terapia del lenguaje puede activar otras partes de él para «conectar los caminos bloqueados» en las áreas afectadas y forjar nuevas conexiones, dice Rapp.
Una terapia de este tipo también entrena a las personas para hablar acerca de un tema si se quedan estancadas en una palabra específica.
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Los miembros de la familia también desarrollan estrategias para hacerse entender mejor: «Cosas como frases más cortas, asegurarse de hablar con la persona a la vista y no desde otra habitación y minimizar el sonido de fondo», dice Botha.
A algunas personas les va bien con dispositivos de asistencia porque su habilidad para escribir no está afectada de la misma manera.
Hacia el futuro, hay tratamientos experimentales que combinan la estimulación eléctrica del cerebro con terapia del habla, que han mostrado resultados prometedores en la recuperación funcional, dice Rapp.
Paciencia
Todos los expertos enfatizan en la importancia de tener paciencia. La afasia puede ser frustrante y aislar a quien la padece, porque «nuestras relaciones con otros dependen mucho de ser capaces de hablarles y comunicarnos con ellos», dice Rapp, lo que puede llevar a que los pacientes o sus cuidadores tiren la toalla.
«Es similar a despertarse de repente en un país donde no hablas el idioma», explica Hatfield, y no tanto a un cambio en las habilidades congnitivas de base.