La rebaja de la calificación crediticia de Estados Unidos no viene de ahora ni cae de la nada. En agosto de 2011 ya Standard & Poor’s había rebajado esa calificación crediticia de AAA a AA+, marcando la primera vez en la historia que EE.UU. perdía su calificación crediticia más alta.
Luego, en agosto de 2023, Fitch Ratings también la rebajó de AAA a AA+. Y ahora Moody’s, que había alertado sobre una posible rebaja el 10 de noviembre de 2023 y el 25 de marzo de 2025, tomó finalmente el 16 del presente mes la decisión de rebajarla de Aaa a Aa1.
O sea, ni la rebaja crediticia ni el problema que la genera es nuevo, ha venido incubándose en un persistente déficit fiscal y en un crecimiento de la deuda.
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Desde octubre de 2023, el banquero Jamie Dimon había advertido que el nivel de deuda se estaba volviendo insostenible y que Estados Unidos podría estar acercándose a un “momento tipo Lehman”, en referencia a la crisis financiera de 2008, si no se tomaban medidas fiscales responsables.
El señor Dimon dio el dato de que la deuda, que era de 35 % del PIB en 1982, había subido a más del 100 % del PIB, con previsiones de alcance al 130 % en 2035.
Ante las preocupaciones sobre el tema, en mayo de 2023 la entonces secretaria del Tesoro, Janet Yellen, advirtió una declaratoria de impago de la deuda estadounidense podría causar una “catástrofe económica y financiera”, con la pérdida de más de ocho millones de empleos, una caída del 45 % en el mercado bursátil y la interrupción de pagos esenciales como la Seguridad Social y salarios militares.
Y las consecuencias para República Dominicana, que tiene como su principal socio comercial a EE.UU., no se harían esperar: implicaría una reducción por parte de EE.UU. en la compra de bienes y servicios al país, una disminución de las remesas, porque se afectaría negativamente el empleo, un descenso en la inversión extranjera y un aumento en las tasas de interés, como resultado del aumento de riesgo, lo cual encarecería el costo de financiamiento tanto para Estados Unidos como para la República Dominicana.
También podría debilitar el dólar frente a otras monedas, si los inversionistas buscan refugio en otros activos más seguros y cómo el recibe en dólares el pago por la mayor parte de sus exportaciones, de las remesas y, además, tiene la mayor parte de sus reservas en dólares, una devaluación del dólar disminuirá su capacidad de pagos.
El problema, que debe ser atacado en sus causas, requiere de un ejercicio de responsabilidad fiscal, aunque debe ser gestionado con cuidado para evitar males mayores. La solución, que requiere de un fuerte recorte fiscal y de un incremento de los ingresos del fisco, no será graciosa; sí dolorosa, pero menos traumática que deja al mercado que se encargue de hacer la corrección y a Dios, el reparto de suerte.