¿Qué es la traducción para Junot Díaz?

¿Qué es la traducción para Junot Díaz?

En la cuarta pregunta que le formuló Joan Prats a Junot Díaz  está suministrada, implícita o explícitamente, la respuesta del novelista: “Has señalado que siempre hay un precio por pagar al traducir…” (Estilos, 13-9-2008, p. 42). Lo implícito consiste en que hay que pagar siempre un precio cuando se traduce. Lo explícito es lo que Díaz responde a la última parte de la pregunta: “¿qué se perdió en este caso?”

Para quien se sitúa en la teoría y la práctica de la metafísica del signo, la traducción será siempre una pérdida. Este tipo de traductor traduce siempre signos, no discurso ni ritmo-significantes. En él confluyen todas las teorías tradicionales e instrumentales de la traducción: lenguaje o lengua insuficientes o mentirosos, lenguaje traidor, traducción literal, fiel, versión, vaciado, restringida, generalizada, palabra por palabra, anexión, etc., todo lo cual, según afirma Henri Meschonnic en sus 35 “Proposiciones  para una poética de la traducción”, y sus tres anexos, se debe a la proposición 15: “Para una obra determinada, en una relación entre dos lenguas y dos culturas determinadas, la interacción de las poéticas y la re-enunciación histórica pueden no haberse producido, pueden no producirse. Lo intraducible como texto es entonces el efecto cultural que resulta de esas razones históricas.” (“Pour la poétique II”,  París: Gallimard, 1973, p. 305-26)

Esta cita demuestra que en una traducción, si se traduce texto, discurso, nada se pierde desde el momento en que en un discurso todo es sentido, incluso el silencio, el contexto, el sinsentido, todo es sentido, y los idiomas, por la vía del discurso, disponen de todos los recursos lingüísticos para asegurar la comunicación cotidiana o literaria entre los sujetos. El discurso comunica tanto, y tan exageradamente, que le permite a un sujeto decir que el lenguaje y la lengua son insuficientes, mentiros y que no comunican toda la vida, y que quienes oímos semejante despropósito, lo entendamos cabalmente.

Ese es el mismo despropósito de la pérdida cuando se traduce. En el cual incurre Díaz cuando define la traducción como una lucha entre dos lenguas, el inglés y el español, en su obra en inglés, al reproducir la vieja ideología de la lucha de clases en la lengua y no en el discurso: “En la versión original hay una confrontación (sic) de lucha libre entre el inglés y el español. Hasta cuando se leer la parte en inglés se escucha el español porque las estructuras de las oraciones son bien raras, hay un tono y un rimo caribeño.

Creo que cuando se traduce totalmente al español pierde ese conflicto, esa energía, pero gana una enorme cantidad de intimidad, porque el español es un idioma muy íntimo y brutal, y pienso que la brutalidad interna de la familia salió más fuerte en la versión española. Cuando la mamá de uno le dice “¡tú sí eres feo!” eso significa  algo que “you sure are ugly!” no puede cubrir, no hay manera, el inglés no puede competir cuando se trata de la violencia lingüística parental.”

Con esta larga cita no se necesita más para estudiar los múltiples clichés acerca del traducir. Añada a la famosa pérdida, la ideología de la lucha de clases entre lenguas y no en el discurso; la colocación del “tono y el ritmo” en la lengua, no en el discurso; la rareza de las estructuras de las oraciones, es decir, la sintaxis colocada en la lengua y no en el discurso; y la afirmación, reiterada por Díaz, de la pérdida al traducir del inglés al español, con demostración palpable de dos frases descontextualizadas que él da por intraducibles. Agréguese el empirismo de su afirmación en el sentido de que el español es un idioma “muy íntimo y brutal”, parecida al cliché que encontramos en todas las culturas: el genio de un idioma o la claridad del francés, lo romántico del italiano, lo enérgico del alemán y lo sicológico del ruso, etc.

La última pregunta atinente a la traducción dice así: “En la versión original de la novela se utiliza mucho el spanglish, ¿eso causó problemas a la hora de traducir frases o ideas? Connota semejante interrogante una opinión tradicional –no teoría y práctica- del traducir. El entrevistado, si participa de la misma creencia del entrevistador, está obligado a liberar también una opinión tradicional acerca de la actividad del traducir. Anacronismo que Meschonnic (“Proposiciones para una poética del traducir”, ya citado, teoriza así en la no. 3: “Traducir un texto es una actividad translingüística como la actividad de escritura misma de un texto, y no puede ser teorizada por la lingüística del enunciado, ni por la poética formal de Jakobson.”

¿Qué significa esta cita?

Que la traducción es, y debe ser, una obra de arte en la lengua de llegada; que no puede ser una lingüística aplicada, sino una práctica teórica y una poética experimental; la poética de la traducción es, entonces, la teoría del valor y de la significación de los textos (Proposición 1).

Meschonnic dice que la proposición corriente según la cual “una traducción no debe dar la impresión de ser una traducción”, tiene dos sentidos: en  el primero estamos de lleno en la ilusión de la transparencia, la escritura ideológica pasiva y la traducción cultural acompañada de su propio desconocimiento; en el segundo,  se produce un texto original en el idioma de llegada, homólogo al texto del idioma de partida. Se puede demostrar que existe por lo general confusión entre esos dos sentidos y que, al designar el segundo, se practica el primero. El primero domina, pues traspone la ideología llamada dominante en una práctica de la anexión.”  (Proposición n. º 13)

Por esta razón el traductor debe borrarse, esfumarse. Achy Obejas  no aparece ni en los centros espiritistas. Apenas en una página en letras pequeñas. No hay contraportada para ella y su labor de traductora. No tiene currículo. No sabemos dónde estudió teoría y práctica de la traducción. No sabemos cuál es su teoría de la traducción, del lenguaje y el signo, de la literatura, del discurso, del ritmo. No sabemos cuántas obras literarias ha traducido. Es una muerta. Pero todo eso lo sabremos en el proceso analítico de la novela de Díaz, pues una traducción libera su propia teoría de la traducción y la de los conceptos que le son dialécticamente inseparables.

Achy Obejas es el personaje principal de la obra traducida. Lo que el autor piensa sobre la traducción no tiene relevancia para la traducción de su obra. Es solo un síntoma. Pero yerro: tanto el texto traducido como el original son los personajes principales, sean o no  valor. Si son ritmo es porque son valor. Entonces son protagonistas y personajes de la obra como discurso poético generalizado El ritmo-valor es lo que hay que determinar en esta y en cualquier obra literaria.

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