¿Qué es la vida?

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El cuento es muy sencillo
Usted nace contempla atribulado el rojo azul del cielo
el pájaro que emigra
el torpe escarabajo
que su zapato aplastará valiente
usted sufre
reclama por comida y por costumbre
por obligación llora limpio de culpas
extenuado hasta que el sueño lo descalifica
usted ama se transfigura y ama por una eternidad tan provisoria
que hasta el orgullo se le vuelve tierno y el corazón profético
se convierte en escombros usted aprende
y usa lo aprendido
para volverse lentamente sabio
para saber que al fin el mundo es esto
en su mejor momento una nostalgia
en su peor momento un desamparo y siempre
un lío entonces usted muere.

Como bien dice don Mario Benedetti, el ciclo de la vida es nacer, vivir la aventura de estar vivo con sus secuelas de alegrías, dolor, tristezas y esperanzas, para luego, llegar al  irremediable destino de la muerte.  Yo me pregunto ¿Qué es la vida? ¿Para qué sirve la vida? ¿Para qué vivir? ¿Por qué vivir? ¿Tiene sentido la existencia en esta tierra?

Escribí hace poco en mi cuenta de twitter que la vida era la suma de las horas, los días y los años.  Es también la suma de las alegrías y las tristezas; de las esperanzas y de las desilusiones; de las batallas ganadas y de las batallas perdidas; del bien contra el mal; de las ofensas ganadas y de las inmerecidas; de las palabras mal dichas en el momento menos indicado, de la palabra sensata y amorosa cuando se ha necesitado; de las críticas injustas y de las justificadas; de los atardeceres plácidos, del calor, del frío, la lluvia y el sol ardiente.

Sí, la vida es la suma de muchas cosas contradictoriamente complementarias, que se superponen y nos alientan o desalientan en el diario caminar.

Nacimos porque nos trajeron. Nadie nos preguntó si deseábamos venir a iniciar la marcha impuesta. Pero ya estamos aquí, y necesitamos hacer de esta ruta algo productivo. 

Abrimos los ojos al mundo, y sabemos de antemano, aunque tengamos miedo, aunque nos aterre, que el destino final es la muerte.  Morir es la condición indispensable de la vida.  Nos duele ver partir a los que amamos y se han ido.  La ausencia, el vacío de sus partidas, golpean y golpearán siempre al alma.

A sabiendas de que vamos caminando hacia el final del trayecto vital, hay que buscar sentido mientras estemos en la tierra.  Creo que hay varios caminos. 

El primero es hacer de nuestra condición de animal el único sentido de la existencia. Vivimos para satisfacer los placeres materiales y físicos. El otro, el que comparte conmigo, es sólo una circunstancia. 

Gracias a esta elección consciente existen los Agosto, las Sobeidas, las Marys, las Paris, las Kardashiam, los Escobar…. animales, simples bestias, que utilizan ropajes humanos. 

Existe el camino de la intrascendencia.  Existen porque incluso tienen miedo a morir. La vida para esos que eligen ese camino se circunscribe a las luchas cotidianas sin estridencias. 

No se preguntan, solo aceptan el designio impuesto por su historia y por su tiempo. Y viven sin hacer daño, sin hacerse grandes preguntas, se conforman, sencillamente, con estar vivos y existir. 

Otros, nacen y desde que balbucean se preguntan ¿Por qué? ¿Por qué?  Esos, esas, son los hombres y mujeres que construyen verdaderamente la historia. Los que han decidido, deciden y decidirán, desde el fondo de sus corazones, cuestionar el hermoso regalo recibido.

Ellos, ellas, los que cuestionan, los inconformes, son los seres peligrosos que se negaron a caminar el camino trazado, y a defender lo que otros dijeron que defendieran. 

Son los que pusieron su mentes y sus corazones en el centro mismo de la vida para conocerla, descifrarla, cuestionarla y transformarla.  Los griegos y sus grandes pensadores, transformaron todo.

Decidieron acabar con el politeísmo prehistórico, para lo cual privilegiaron la esencia humana. Reivindicaron al cuerpo humano, convirtiéndolo en sus dioses.  Después negaron la barbarie y crearon la democracia, imperfecta, es cierto, pero mejor que lo existente. 

Se dieron cuenta que la vida era algo más que pelear, guerrear y reproducirse, y por eso decidieron pensar, convirtiéndose en los padres del pensamiento político, filosófico y humano de Occidente.

Paralelamente estaba China.  Por la inmensidad de su territorio y el número inconmensurable de habitantes, los chinos fueron inventores, exploradores, gobernantes, explotadores y pensadores. 

Confucio nos legó un amplio manojo de profundo pensamiento político y humano, que a decir de muchos, entre ellos Octavio Paz, Sócrates copió los diálogos entre el gran filósofo y su discípulo Mencio  y lo denominó la “Mayéutica”.

Occidente, a través de los siglos parieron muchos seres especiales que transformaron al mundo.  Hombres y mujeres que lucharon para no sucumbir a las fuerzas que los sometían.  Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci hicieron de sus pinturas un canto al humanismo que se avecinaba. 

Locke, Hobbes, Rousseau, Montesquieu, solo para mencionar algunos de los que crearon los fundamentos del liberalismo. Después llegaron los contestarios, como Marx y Engels, los idealistas, como Hegel.  En fin, llegaron, pensaron y propusieron sus nuevas visiones de cómo debía ser el mundo.

Las mujeres estuvimos presentes, pero quedamos fuera de la narración.  Sólo ahora se conocen algunos de sus nombres. Dicen que en la escuela de Pitágoras hubo una gran mujer cuyas ideas eran tan novedosas y contestarias que no pudieron darle el crédito merecido. 

Ella era la olvidada Aspasia de Mileto.  En el oscuro mundo medieval, donde la ciencia era pecado, Hildearda de Bingen se atrevió a escribir de botánica y medicina.  Sus libros fueron olvidados y rescatados por algunos hombres que le robaron sus ideas. 

Pero así podemos citar a otras mujeres como Flora Tristán, una de las grandes líderes de los movimientos sociales del siglo XIX;  o Rosa Lusemburgo cuyos planteamientos tienen la misma brillantez de los intelectuales masculinos del siglo XIX.

Y volvemos al punto. ¿Qué es la vida? ¿La mera existencia o la trascendencia? Me pregunto otra vez ¿Para qué la vida? ¿Para oprimir, someter, explotar injustamente a los otros a fin de poder sobresalir y “triunfar”? ¿Qué es la vida? Dejar pasar los días  y los años,  bordeando el camino y esquivando obstáculos para no enfrentarlos? ¿Qué es la vida? ¿Asumir los días con entusiasmo, alegría y criticidad, para bajarse a levantar las piedras que entorpecen y atropellan, y así facilitar el paso a los que te siguen?  ¿Qué es la vida entonces? ¿Permitir que otros decidan por ti, que otros digan lo que está bien o está mal?

¿Qué es la vida? ¿Dejar pasar las injusticias a todas luces violatorias de la regla mínima de la humanidad? ¿Qué es la vida? ¿Permitir que los farsantes, los negadores de la condición humana, las lacras sociales, los parásitos putrefactos, los arribistas, los oportunistas, los ladrones, los violadores de la ley y los asesinos sean los que dirijan el mundo sólo para beneficiarse junto a sus muy cercanos colaboradores?  Si esa es la vida no la quiero.

La vida es la suma de los días, la suma de las ilusiones, la suma de las alegrías, la suma máxima de amor por la humanidad.  No es color de rosas. No es solo luz, es también oscuridad, tristeza y desilusión. 

Pero es decisión nuestra cambiar nuestras existencias,  la de los que nos rodean y sobre todo, no aceptar como válido, sin cuestionar nada, la herencia de nuestros antepasados.

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