¿Qué está pasando?

¿Qué está pasando?

Nuestra sociedad ha cambiado de forma radical. Hoy, nuestros jóvenes están, en su mayoría, atrapados en la competencia, en la vanidad de la vida, en los placeres inmediatos.
La marihuana sintética, los cigarrillos electrónicos, entre otras drogas, son lo común en reuniones, fiestas y discotecas.
Muchachos y muchachas adictos a los vicios y a todo tipo de droga. Celos, contiendas, violencia de toda índole, asesinatos…
Lo más alarmante es que todo esto se ha vuelto parte del día a día. ¿Qué está pasando? Es evidente que, a mayor avance de la sociedad, mayor corrupción.
¿Hacia dónde nos conducimos? ¿A dónde llegaremos? Creo que es hora de rescatar a los dominicanos.
No podemos negar que la educación de hogar, donde los principios morales, el cuidado y la atención están presentes, representan una base fundamental, para poner un dique contenedor a esta avalancha de maldad, de desenfreno y de promiscuidad. Pero no es la garantía.
La influencia del mundo actual es tan seductora que atrapa a los jóvenes en una cárcel, con cerrojos de hierro, para luego hacer los cavar su propio hoyo.
Sólo si les enseñamos que el Eterno Dios ha puesto delante nuestro el camino del bien y del mal, que si escogemos el bien, según Dios, vendrá bendición, tendremos éxito pero, si decidimos el mal, el fracaso y la deshonra nos alcanzarán.
Es por esto que, únicamente, si nuestros gobernantes consideran la instrucción del Todopoderoso una ley vigente y aplicable, resurgirá la esperanza de una juventud que se devuelva de sus malos caminos y que se acerque al verdadero Dios, a través de Jesús, quien entregó su vida para darnos la oportunidad de hacerlo.
Entendamos, de una vez y para siempre, que en vano edificaremos, si no le otorgamos la autoridad que le corresponde a la Palabra que transforma y hace nuevas todas las cosas.
¡Salvemos nuestra nación! Enseñemos el temor de Dios.
No hay nada imposible para el Altísimo Señor.

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