¡Qué falta nos hace Bolívar!

¡Qué falta nos hace Bolívar!

EDUARDO KLINGER PEVIDA
Más que nunca necesitamos en América Latina, hoy, recuperar la esencia del pensamiento bolivariano y su concepción de lo que debería ser nuestra región. Nuestra gran desgracia es no haber sido consecuentes con la concepción de Bolívar para forjar una América Latina unida.

Si hubiéramos oído su llamado y los líderes que dirigieron la independencia sudamericana y mexicana en sus primeros momentos hubiesen sido consecuentes, la historia del continente habría sido distinta y, con seguridad, igualmente hubiera sido distinta la historia del mundo.

Recordémoslo cuando este 24 de Julio se conmemora un aniversario de su nacimiento.

Sin embargo, se optó por hacerle el juego a quienes no les convenía que nos uniéramos para que fuéramos débiles y vulnerables y, consecuentemente, nuestra debilidad nos perdió.

Bolívar decía: «… todo lo he hecho con la sola mira de que este continente sea un país independiente y único, y en eso no he tenido ni una contradicción ni una sola duda».

Si se hubiese forjado la unidad de América a partir de 1826 como proponía Bolívar, las islas Malvinas no hubieran caído en manos inglesas en 1833, América Central no hubiese sido invadida y ocupada en varias ocasiones haciendo naufragar su propio proceso unitario, México no habría perdido la mitad de su territorio, Cuba y Puerto Rico no habrían llegado como colonias de España hasta finales del siglo XIX para entonces cambiar de metrópoli, para poner solo algunos ejemplos de qué habría sido la región si no subiéramos unidos.

No nos amarguemos mirando para atrás, como no sea para absorber experiencias. Miremos hacia delante y estemos conscientes de lo que tenemos que hacer.

Que se engañe el que quiera; América Latina y el Caribe solo tendrán futuro si aprendemos del pasado de que la desunión nos frustró y que la unión es lo que nos ofrece perspectivas reales de desarrollo, para forjar sociedades en excelencia y en real independencia política.

No nos integremos contra nadie. Integrémonos por nosotros, por nuestro futuro, que es un urgente presente. Nuestros países están atrasados en el reloj de su historia. Hace mucho de que debieron iniciar, firmemente, el diseño de su propio programa de desarrollo e inserción en el mundo real. Ese diseño, para que verdaderamente nos depare el lugar que merecemos con posibilidades de brindar a nuestros pueblos el bienestar que requieren, tiene que basarse en nuestra integración efectiva. Más de sesenta años después de la muerte de Bolívar, Martí recordaba que su obra estaba pendiente. Los próceres de la independencia americana   de la Española, como decía Bolívar, o de Nuestra América, la que va del Bravo a la Patagonia, como nos precisaba Martí,   en general estuvieron conscientes de la necesidad estratégica de la unión. Incluso, Luperón, bien avanzado el siglo, le escribía a Martí y le decía que era la hora de «propagar la idea de la Confederación de las Antillas».

Debemos recuperar el ideario de nuestros próceres y no buscar, como solución a nuestros problemas, recetas externas de ningún tipo, ni siquiera ideológicas. Es demasiada rica la herencia que podemos encontrar en nuestra historia.

Incluso, en el pensamiento bolivariano encontramos una extensa referencia de la pulcritud con que se requería dotar a la hacienda pública y de lo estricto con que se debía castigar la corrupción.

Mientras que en nuestros países hay quienes tiemblan si oyen hablar de Bolívar y de integración, hay quienes, incluso fuera de nuestro medio, que lo comprenden. El presidente Kennedy, «The Strategy of Peace», refiriéndose a un enemigo enconado dijo: «Castro es parte de la herencia de Bolívar».

«Así está Bolívar –   nos decía Martí en el periódico Patria de Nueva York en 1893 –   en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aun en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los pies; así está el calzadas aun las botas de campaña, porque lo que el no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: porque Bolívar tiene qué hacer en América todavía». Más de un siglo más tarde del recordatorio martiano, pendiente sigue la misión bolivariana.

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