Que gobiernen las mujeres

Que gobiernen las mujeres

Parece ser que el «carguito» del presidente Mejía, en los meses finales de su mandato, le ha rebosado su capacidad de trabajo, y necesita un descanso urgente par evitar, que la evasión que ha asumido para con sus responsabilidades, precipiten al país en un caos constitucional.

Y esas vacaciones, faltando 30 días para el inicio del gobierno del PLD, serían cubiertas constitucionalmente por la Vicepresidente Doña Milagros Ortiz Bosch, de manera que se mantenga el orden constitucional como está establecido en la Carta Magna. De esa manera el presidente Mejía tendría más tiempo para jugar dominó en su residencia de San Cristóbal, o lo pasaría con sus familiares y sus invernaderos en Jarabacoa. Así el país recuperaría la sensación de que hay una autoridad puesto que ahora todo está mango por hombro por la sensación de que se están evadiendo las atribuciones inherentes al cargo presidencial.

Todos recordamos la popular tonada de que si los hombres no pueden que gobiernen las mujeres que estuvo de moda hace algunos años. Ahora parece ser que ha llegado la hora, aun cuando sea por breve tiempo, que una dama tome el mando y resurja la sensación de que existe una cadena de mando que se respeta, sin parecer que hay autorización para actuar por encima de las leyes y el orden establecido en una sociedad civilizada con una policía desbordada por la delincuencia.

Y la evasión, que ha dado muestra el presidente Mejía de sus obligaciones, se confirma cuando a recurrido a la simplista declaración de querer traspasar al próximo gobierno todas las «papitas calientes» que no ha querido enfrentar con decisión, que van desde los apagones, los hospitales convertidos en basureros y antesala del cementerio, el lío del aeropuerto de Herrera, la reforma fiscal, el acuerdo con el FMI y muchas cosas más. Se quiere de esa manera provocar u limbo institucional, preludio de lo que podría ser un gran caos peligroso para la constitucionalidad promovido con toda la mala fe del mundo.

Doña Milagros, con su derecho constitucional, podría concluir el mandato, tal como lo hiciera el licenciado Majluta en julio de 1982, y le daría continuidad a los actos de gobierno, ahora paralizadas en momentos que pese a los elevados ingresos mensuales es cuando hay más precariedades en las dependencias que ni gasa le pueden comprar a los hospitales. Mientras el presidente rebaja el rango de su cargo cuando acude a una embajada extranjera a entrevistarse con un funcionario de segunda categoría con relación a su rango, empañando la jerarquía de la jefatura del Estado aun cuando se trate de un gesto de amistad y confianza.

El país contempla con asombro y preocupación la fuga del Presidente Mejía de sus obligaciones. Se le podría atribuir a que no ha podido superar el trauma que le ocasionó la derrota electoral del pasado 16 de mayo. Aquella vez se entusiasmó y se ilusionó de que tenía asegurada la reelección, repudiada por casi todos los dominicanos. No había espacio real para el optimismo reeleccionista, ya que el mal gobierno realizado por tantos colaboradores deficientes, propulsores de una nefasta política económica con el aumento de la pobreza, pero la ciudadanía, con un estoicismo democrático, ejemplar prefirió esperar con calma y resignación la fecha del 16 de mayo para demostrar el repudio a una administración que ha llevado a la mayoría de la población a los estratos de la mendicidad, destruyendo todo el progreso logrado en la década del 90.

Y esa destrucción se comprueba cuando es necesario que vengan dignatarios del exterior, tanto del papado como de los Estados Unidos, para guiar la conducta y acciones de las autoridades perredeístas. El Vaticano envió un prelado para que observara las condiciones de Jimaní después de la tragedia del 24 de mayo, y el sábado pasado, nos llegó de nuevo el subsecretario del Tesoro John Taylor para decirle al presidente de su responsabilidad con la reforma fiscal y que no pretende de su responsabilidad con la reforma fiscal y que no pretenda dejársela al próximo gobierno. De todas maneras el Congreso, mayoritariamente perredeísta maniobrará de manera que la reforma se conozca después del 16 de agosto.

El presidente Mejía está agotado. Su esfuerzo para querer materializar su reelección fue demasiado fuerte, aun con la oposición de su familia, ya que tenía la de la mayoría de los dominicanos, y con ese lastre obtuvo una votación notable, pero pudo más la masa silente que apoyó al PLD para sacudirnos de la pesadilla blanca de los pasados cuatro años. El PLD no debe creer que ya es un partido con dos millones de miembros, sino asimilar que de nuevo, por una coyuntura cívica de necesidad nacional, recibió el apoyo necesario para expulsar del poder a un partido que nos ha enseñado, en sus tres mandatos constitucionales, que saben abusar de los recursos del poder sin temer sanciones posteriores.

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