Todos sabemos que el Gobierno es débil, políticamente hablando, pero desafortunadamente la oposición está a su misma altura, enfrascada en sus problemas internos, en discusiones sin importancia y no cumple su papel.

Una prueba que no admite discusión, es la reforma de la Constitución y el famoso artículo treinta y la Ley de los partidos.

Mucho entusiasmo, pero mayor desprecio por la ciudadanía y al papel de la mujer en nuestra sociedad.

Nadie aporta nada para el control de los gobiernos a través de las elecciones, que sin lugar a dudas es un ejercicio fundamental para obtener un funcionamiento en las democracias representativas.

Todo indica que el papel de la oposición es orientar y establecer las bases para una democracia viva, dinámica y honesta, y dejar las broncas para los partidos de baseball u otros deportes, porque el tiempo se evapora y las oportunidades no tienen repetición y en política siempre hay que mirar de frente y la oposición tiene que cumplir con su asignatura, si no, va directo al fracaso.

Cuando hemos señalado que la oposición no ha cumplido sus funciones, fundamentalmente nos referimos al pobre papel representado en las discusiones de la reforma constitucional; no ha surgido un expositor que lleve la voz del pueblo, nadie ha sabido ofrecer soluciones a la creación del tribunal constitucional.

Todos se han olvidado de nuestra Historia, y solo han hablado de sus privilegios y canonjías. No se ha oído la voz del derecho y de la paz.

Solamente han buscado el dinero donde ya no queda nada.

¡Hasta a nuestra soberanía le han dado bofetón, aprobando decenas de préstamos, hipotecando hasta a nuestros tataranietos.