¿Qué hacer?

¿Qué hacer?

¿Quién ha dicho que hay que vivir mal? ¿Quién ha dicho que debemos aceptar las deficiencias de las autoridades y de los prestadores de servicios?

Hay otras preguntas que se pueden agregar a éstas, hágalas, complete el rosario de quejas y no use malas palabras.

El hombre llegó con un pico y comenzó a hoyar al pie del poste de luz de frente a mi casa. Pregunté la razón por la cual hacía el hoyo y me dijo que iban a cambiar el poste.

Al otro día se presentó un camión con esta identificación: Cocia Dominicana, Ficha 1418, placa 271418. En la cola cargaba un  grueso poste de luz que sustituiría al delgado y supuestamente inútil. Ello, aunque el poste a sustituir no tiene un año de colocado.

Envié un empleado de la casa a que le dijera al trabajador que manejaba un güinche que tuviera cuidado con los alambres que salen del poste hacia mi casa.

Esos alambres son los conductores de la señal de los teléfonos, de la televisión por cable y de la propia energía eléctrica.

El güinchero, parece que acostumbrado a trabajar a la bringandina, pese a las reiteradas llamadas de atención del empleado, enganchó un alambre y lo partió y luego enganchó otro alambre y lo partió también.

Ante tal desaguisado se le enrostró la responsabilidad de su empresa y de su acción que nos dejó, con la rotura de los cables, sin teléfonos y sin el servicio de televisión por cable.

El hombre se limitó a decir: “repórtenlo a las empresas propietarias de los servicios” con una absoluta irresponsabilidad propia del ambiente de  impunidad nacional.

Era el momento de romperle la boca, pero nos quieren acostumbrar a que aceptemos los abusos y si le damos su merecido a algún bergante, el agresor es el ciudadano decente.

Hace dos años una guagua rompió el antiguo poste de madera y los cables de todos los servicios colgaron impidiendo el paso durante más de un año.

Nuevamente estamos sin teléfonos y sin televisión por cable, por culpa de una brigada que vino a reparar algo y daño todo lo demás.

Dos meses atrás, vino un camión de la telefónica Claro a curcutear sus alambres y nos dejaron 15 días sin teléfonos y sin el servicio de Internet.

El recibo llegó como si nos hubieran dado el servicio.

Ahora, sin que sepamos hasta cuándo, apuramos el purgante de  vivir sin televisión por cable y sin teléfonos pero la cuenta por los servicios que no recibimos, llegará indefectiblemente, como si los hubiésemos disfrutado.

Pero ¿hasta dónde vamos a soportar tantos abusos?

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