¿Qué hacer con las cadenas?

¿Qué hacer con las cadenas?

Silenciosamente, como ladrón en acecho, como fantasma que se mueve entre la realidad y la duermevela, sufrimos ahora lo que denunciaba el dramaturgo Bertolt Brecht, quien guardó silencio cuando se llevaron a los comunistas, a los socialdemócratas, a los sindicalistas, a los judíos y cuando vinieron a buscarlo, ya no había quién protestara.
Hay formas sutiles que permiten atar a una persona, a muchas personas, a un pueblo, a una nación, sin que mucha gente se percate de que tiene una dificultad que no le permite maniobrar libremente.
Con las manos atadas, lo que realmente se tiene atado es el pensamiento, el pensamiento que planea, proyecta, nos anima a la acción, a juntarnos con otros prisioneros dominados por amarras tenues, delgadas, etéreas. Se trata de lazos invisibles, pero presentes, intangibles pero ciertos, ocultos y transparentes.
Lazos y amarras que influyen de manera determinante en favor de quienes usan los instrumentos de dominación de tal modo que día a día, segundo a segundo, hora tras hora, semanas tras semanas, la presión y la prisión nos acogotan hasta que parece que nos acostumbramos a malvivir, a no sufrir, a no entender, a no ver, a no percibir.
Pero las ataduras ejercen su dominio, reinan ante la indiferencia, la costumbre, el dejar hacer, el eso no es conmigo, no tengo que ver con los problemas de los demás, olvidando que somos los demás de los demás.
El sigiloso avance de la dominación repta como una serpiente de mil cabezas, que está en todas partes, que nos vigila, que nos domina, que nos fuerza a vivir dentro de los parámetros de los dominadores.
Entonces es el momento de iniciar las acciones para descorrer el velo que nos impide ver con claridad cómo nos están viviendo nuestras existencias, cómo nos impiden, nos dificultan, nos niegan el ejercicio pleno y libre, especialmente de vivir sin temor, en un ambiente donde haya respeto irrestricto y sin obstáculos a vivir sin temor.
Se vive temeroso cuando no existe el respeto al derecho ajeno, cuando desde el gobierno se manejan todos los mecanismos de poder en beneficio de unos pocos.
En ese momento, es en ese momento cuando llega el momento de abrir nuevos caminos, emprender gestiones, diligencias, reuniones, protestas, marchas, presiones, paros laborales, huelgas locales, regionales y nacionales, cuando sea preciso.
Es con acciones contundentes y precisas, con reclamos viriles y constantes, sin prisas, pero sin pausas, como podemos sacudirnos de los Tribunales Superiores, de la Junta Central Electoral, de la falta de control y la calidad del gasto público.
Cuando tengamos la decisión y comencemos a organizarnos, tenemos que dejar diálogos, juntas y comunicados que ni siquiera leen quienes los escriben.
Es el momento de la acción.

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