¿Qué hacer con los Juegos Deportivos Nacionales?

¿Qué hacer con los Juegos Deportivos Nacionales?

Varios son los factores que han incidido para que los Juegos Deportivos Nacionales no se hayan convertido en un magno acontecimiento de honda raigambre popular caracterizado por su elevada calidad organizativa, competitiva y técnica.

Entre las falencias del masivo evento hay que señalar la falta de continuidad en periodos cíclicos, la excesiva carga de recursos financieros para el Estado y la carencia de adecuados sistemas de marcas y récords.

Debe producirse una estricta evaluación del componente técnico y gerencial, estudios del entorno de las posibles sedes, control de las edades de los participantes pues es casi costumbre violar tales requisitos. Por ejemplo, si se acuerda en la categoría juvenil no deben intervenir los mayores, o viceversa. También hay que introducir cambios en procura del equilibrio entre las regiones o zonas participantes.

El reglamento general de los Juegos debe ser transformado en atención a los modernos métodos utilizados en sociedades avanzadas con relación a certámenes masivos donde además se pone en vigor una sólida sinergia entre deporte, medios de comunicación y marketing.

Hasta la fecha se han celebrado trece versiones del evento, pero en sus anales se registran varias interrupciones coyunturales y fallas de diversa índole. Los primeros juegos fueron celebrados en el año de 1937 en la capital dominicana. Aunque tuvieron cierto brillo con las memorables actuaciones de Jaime (Cepejón) Díaz y Enriquillo Sánchez, sirvieron ante todo para la exaltación excesiva de la figura del tirano Rafael Trujillo Molina.

La iniciativa de montar estos juegos fue de la Asociación de Cronistas Deportivos de Santo Domingo (ACD), con el propósito de integrar la delegación que participaría en los IV Juegos Centroamericanos y del Caribe en Panamá en el año 1938 a los que el país no concurrió a consecuencia de las trabas impuestas por el régimen.

Hubo que esperar 31 años para que se realizara la segunda edición de los Juegos, hecho ocurrido en el año 1968 en la capital durante el primer periodo balaguerista, evento que pasó sin pena ni gloria.

Luego de la creación de la Secretaría de Deportes (Hoy Ministerio de Deportes) se han celebrado en 1977 (Santo Domingo); 1979 (San Francisco de Macorís); 1981 (Barahona); 1983 (San Pedro de Macorís); 1985 (Moca); 1987 (San Cristóbal); 1990 (La Vega); 1992 (San Juan de la Maguana); 1997 (Mao); 2000 (La Romana) y 2006 (Monte Plata).

Los Juegos con mejor organización y programación artístico-cultural han sido los de Mao, y los de mayor impacto mediático y concentración, los de Monte Plata, ambos durante la administración del presidente Leonel Fernández. La inversión en los últimos en infraestructura y comunicación vial ascendió a casi 2,000 millones de pesos, una suma similar al presupuesto anual asignado al Ministerio de Deportes.

Inesperadamente se anunció que los XIV Juegos se llevarían a cabo en el 2008 con sede compartida entre las ciudades de Salcedo y Santiago, pero debido a una serie de fenómenos naturales catastróficos e inestabilidad económica del Estado, su realización fue postergada sin fecha.

Con la llegada del gobierno presidido por Danilo Medina, las autoridades deportivas oficiales plantearon la formulación de un plan nacional de desarrollo, que incluye a los diversos sectores, destacándose un programa de promoción entre los distintos niveles de la Administración Pública: el municipal, el provincial y el estatal.

El nuevo ciclo conecta tres grandes acontecimientos: Los Juegos Municipales 2014, que se están llevando a cabo mediante una labor coordinada con 140 gobiernos locales de todo el país, los Juegos Provinciales del 2015, en coordinación con las gobernaciones y los Juegos Nacionales del 2017, en su XIV versión, con efectivos controles administrativos y en armonía con la Estrategia Nacional de Desarrollo, impulsada por el Gobierno Central.

Un aspecto importante es que los próximos Juegos Naciones están previstos para realizarse con el inicio del próximo ciclo olímpico, una señal de que se cuenta con una correcta planificación, dejando atrás la improvisación y procurando un mejor uso de los recursos.

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