No hay dudas de que hay un despertar de la conciencia de la mujer sobre sus derechos y deberes en la sociedad, que le permite actuar con libre advendría, lo cual es un gran logro del feminismo y de la propia sociedad. Pero una parte importante de los hombres se han quedado atrás, continúan actuando con la misma mentalidad machista, agrediéndola a ella.
Hoy día, la mujer es más independiente, más consciente de su condición de ser humano, más útil a la sociedad como ente pensante y productiva, con capacidad de valerse por sí misma en lo económico, social y profesional; dejando atrás la historia de sumisión, de maltratos a todos los niveles y de irrespeto a sus derechos humanos. Pero el hombre no alcanza a entender ese avance que se registra en la mentalidad de la mujer. Desea que siga tan sumisa como antes.
Realmente, ya la mujer de hoy no quiere seguir siendo un simple objeto propiedad del hombre, enfrentando con dicha postura la cultura machista que la agrede física, verbal y psicológicamente, llegando asesinarla por no aceptar su libre decisión de no continuar unas relaciones sentimentales que ya no les producen felicidad, sino, angustia y dolor. Pero el hombre no ha sido educado y orientado para aceptar eso como bueno y válido, por eso no lo acepta; muy por el contrario, ve su poder amenazado y disminuido.
El hombre, formado milenariamente con la cultura machista, que se resume en el poder del hombre sobre la mujer en la relación de pareja, y en la que ella pasa a ser un objeto de su propiedad que debe obedecer sus órdenes y caprichos. Pero hoy las cosas han cambiado mucho, ya el hombre no tiene el poder que le asigna la sociedad sobre ella, se siente un don nadie, por lo que reacciona violentamente, y, no racionalmente, como quisiéramos.
Definitivamente, el hombre se ha quedado atrás, no alcanza entender el salto cualitativo que ha dado la mujer en comprender las limitaciones que les ha impuestos la misma sociedad, y su decidida disposición a superarse, a trascender y seguir avanzando. Pero no se ha pensado en la necesidad de educarlo y orientarlo debidamente para cambiar su nefasta cultura machista, lo que constituye la gran falla de la sociedad.
El avance de la consciencia mujer ha sido el resultado de un proceso de educación y orientación de muchos años y siglos, que hoy observamos y disfrutamos con mucho placer. Los frutos positivos se notan en la masiva formación académica de la mujer a todos los niveles, superando por mucho a los hombres, y en su gran participación en lo laboral, económico, político y social. Sin embargo, seguimos observando el atraso de la otra mitad, sin hacer nada para despertar su conciencia, y, así no podemos avanzar, porque el hombre no es malo por naturaleza; no, su comportamiento machista es cultural.
Si queremos que nuestros hombres cambien la mentalidad machista, debemos desarrollar un programa permanente de educación cívica, para que los mismos también formen parte de la civilidad, de la civilización respetando los derechos humanos de la mujer y de los hijos.
Ese programa educativo y de orientación cívica para el hombre, debe involucrar también a la familia completa, es decir, “educación cívica para todos”, que deberá ser permanente y a todos los niveles. Los ministerios de Educación, Cultura, Deportes, de la Mujer, Juventud y los organismos defensores de niños, niñas y adolescentes, las universidades deben asumir con responsabilidad el impulso e implementación de dicho programa con el apoyo de otras instancias de la sociedad como las alcaldías, organizaciones e instituciones que tienen que ver con la buena marcha de la sociedad.
Un programa basado en el respeto a los derechos humanos de todos, en la necesidad de practicar los valores cívicos-morales, en las buenas maneras y costumbres, en las reglas de la cortesía, la solidaridad humana, la sana convivencia y en la integración social.
La represión no resuelve por sí solo el problema de la violencia contra la mujer, y los feminicidios. Para detener la ola de feminicidios que nos arropa, hace falta educar y orientar a nuestros los en sus deberes y derechos también, y en el respeto a los derechos humanos de la mujer y la familia. Solo así podrá cambiar de mentalidad. Los problemas culturales nunca se han resueltos solo con la fuerza, sino también con educación, buena orientación y cultura. Eso esperamos.