¿Qué hacer?
El gobierno no da señales de que entiende lo que está pasando

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Julio Gautreau iba hacia el río y encuentra a su amigo Ramón Fernández que va para el río. Se saludan y papá pregunta: Ramón ¿vas para el río? Y Ramón contesta: no, voy para el río. A ninguno le extrañó la ineficacia del diálogo y la respuesta tan ilógica, pues ambos eran sordos.

Esa anécdota se repite cada segundo del día y de la noche en nuestro país. Por un lado el gobierno hace lo que le viene en ganas con el pedazo de papel, perdón, con la Constitución, sin que aparentemente le importe a persona o institución alguna.

Por el otro, la oposición está como un caimán, dormida en medio del río o como aquel que se fue para Barranquilla.

No hay interlocutores en nuestro país. Faltan lugares serios de discusión en donde no se meta el partidismo, la ceguera, la corrupción y dañe el pastel o el sancocho, mediante el acto de arrojar un fétido desecho de persona dentro del agua.

La intolerancia, la estupidez, la arrogancia y la riqueza súbita les hacen creer que ellos tienen la razón, que ellos son los únicos que saben.

En medio de la tormenta, el gobierno pesca en río revuelto proponiendo debates de asuntos que nada tienen que ver con la realidad mundial y nacional.

Todo el mundo está preocupado por los problemas financieros mundiales, el gobierno dominicano vive en una peligrosa burbuja de cristal que quiera Dios que no estalle. Mucha gente no se da cuenta de que si este gobierno fracasa, por su dejadez, por su ninguna velocidad para resolver problemas agudos de la nación, se produciría un caos cuyas consecuencias son imposibles de predecir al cien por ciento.

El gobierno no da señales de que entiende lo que está pasando.

La borrachera del poder, las comisiones sobre compras y obras públicas, la politiquería, el dejar hacer, dejar pasar en materia de corrupción, ahogan el país en un mar de inmundicias, es como si no hubiera solución y se mete la cabeza en la tierra, como el avestruz, para no ver lo que ocurre. Muchos funcionarios que ayer eran unos rotos y hoy son unos potentados, su único afán es ser más ricos. Quizá apuestan a la desmemoria. Quizá apuestan a la increíble capacidad de perdón de los dominicanos, quizá piensan huir con sus riquezas a disfrutarlas en otros países.

Lo primero es exigirle al gobierno que gobierne, que deje el juego de niños que tocaban la cabeza de uno el grupo y pedía: una candelita, y el niño tocado decía: a la otra casita. Si el sombrero le queda grande al gobierno, que se apriete el cinturón, que se ponga otro sombrero o que se vaya. Así, tan sencillo. Creo que hay que pensar en fomentar tertulias, grupos, movimientos, con fines de rescatar el país hoy en manos temblorosas, de gente indecisa que sólo piensa en su bienestar y en su gloria mientras los problemas crecen.

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