Cuando el Poder Ejecutivo remita al Congreso Nacional el proyecto de reforma tributaria, de acuerdo a lo pactado entre el presidente saliente Hipólito Mejía y el presidente electo Leonel Fernández, se iniciará una situación política interesante que marcará las relaciones entre el nuevo jefe del Estado, los diputados y los senadores y el Partido Revolucionario Dominicano.
La situación es conocida. La mayoría congresional es del PRD, el partido derrotado en las elecciones de mayo. Esta organización suele tener un control estricto de sus legisladores, comportamiento que fue variado precisamente en la gestión de Mejía cuando el PPH o el PRD del Palacio se hizo de la hegemonía en el Congreso.
Todo aparenta que este PPH que ahora reclama ser el PRD a pesar de los disidentes de la reelección que acompañan a Hatuey Decamps Jiménez, mantendrá su control sobre la mayoría de los diputados y senadores del Partido Revolucionario Dominicano. Este es el mismo PPH, no debe olvidarse, que en la campaña electoral hablaba de los problemas de gobernabilidad que se derivarían un PLD en el Palacio Nacional.
Debe subrayarse, empero, que en ocasiones el Presidente Mejia se ha expresado en términos esperanzadores, en términos que permiten suponer que su actitud opositora se corresponderá con la de un hombre que ha ocupado la primera magistratura de la nación. Un ejemplo es su posición sobre la reforma fiscal. Su primera reacción fue decir que no presentaría el proyecto tributario al Congreso, porque a su juicio esta tarea correspondía al próximo gobierno. Después cambió de opinión y este domingo reiteró que estaba listo para cumplir lo pactado con el Fondo Monetario Internacional.
Pero el hecho de que el Presidente Mejía envíe el proyecto en cuestión al Congreso no será garantía de que el mismo sea aprobado. El ámbito de los diputados y los senadores semeja un complicado juego de ajedrez que, contrario al juego-ciencia, tiene una característica muy particular: los jugadores varían su estilo con frecuencia y no pocas veces sus jefes políticos recurren a su independencia como poder del Estado para justificar una demora o un rechazo.
Hay, pues, que esperar.
Recuérdese el tema de la reforma constitucional. Todo aparentaba que el Congreso Nacional acogería el proyecto de reforma tal y como salió de la comisión especial creada por el Poder Ejecutivo. El proyecto fue endosado por el Presidente Mejía y remitido a los diputados y senadores. Sin embargo, la verdad fue otra.
Los diputados y senadores perredeistas tenían otras señas, las cuales obedecieron con disciplina religiosa y, en contra del criterio prevaleciente en el país y en contra de los resultados del trabajo de la comisión, se aprobó una reforma constitucional cuyo único propósito era permitir una reelección al Presidente Mejía.
La realidad es que nuestros legisladores se sienten más representantes de los partidos a los cuales pertenecen, que a los ciudadanos que los votan y eligen. Entonces, en esta ocasión como en las pasadas el apoyo o no del proyecto de reforma tributaria dependerá de la decisión del PRD.
)Qué puede augurarse? Creo que nadie está en condición de vaticinarlo. El PRD es un partido que nunca ha comprendido los temas de la economía. Ni siquiera cuando ha estado en el poder. Véase, por ejemplo, que siempre ha tenido que recurrir a economistas ex partidos para enfrentar las grandes cuestiones de las finanzas y la economía.
Los perredeistas, además, pretenden, según sus frecuentes declaraciones, que no se revise ni se escrute el comportamiento de sus funcionarios gubernamentales. Han dejado saber, casi por boca de todo el mundo, que una fiscalización de su presencia en el poder sería respondida con una oposición aguerrida y sistemática.
Todos sabemos que ellos no tendrían dificultad alguna para hacerlo. En 1996 el PLD y el PRD presentaron ante la ciudadanía programas de gobierno similares, sobre todo en el área económica y financiera. Pero el PLD ganó y los legisladores perredeistas no fueron capaces, ni la dirigencia de su partido, de endosar las propuestas fiscales del Partido de la Liberación Dominicana. Practicaron su deporte favorito: la oposición por la oposición.
Pero una crisis económica y cambiaria como la actual reclama de los legisladores y de quienes habitarán en el Palacio Nacional la mayor capacidad posible de negociación y de entendimiento. Será necesario que las fuerzas partidarias empiecen a pensar en el país, pues de lo contrario nos esperarían días difíciles.
La otra opción sería apelar a la razón de Estado.