Los que amenazan, maltratan o asesinan a sus parejas, son individuos con trastornos de magnitud variable en su personalidad, condicionados casi siempre por los celos, que son un circuito perturbador intracraneal, que cuando capta señales intercontinentales o extraterrestres, mueve a la irracionalidad provocando tragedias que casi siempre involucran a los hijos y otros familiares cercanos.

El día 9 de agosto en curso apareció en el Listín Diario un artículo (de la redacción) con la información de que una joven madre temía ser asesinada por su ex pareja, quien sería liberado en los próximos días, ya que la había amenazado desde la cárcel y la mantiene vigilada a través de terceros. Su historia es que anteriormente, en más de una ocasión, fue agredida y como consecuencia de una de esas agresiones perdió un embarazo de ocho meses, aparte de haber sido herida en una mano. Agregó que no está satisfecha con sus propios abogados y la actitud pasiva de las autoridades judiciales actuantes en su caso.

Habitualmente la psicopatología de los maridos agresores los hace más agresivos cuando son castigados y, frecuentemente, por falta de estructura oficial de seguimiento, la reincidencia es trágica.

Si estuviese en mis manos el manejo de este caso, inicialmente confirmaría la veracidad de la información de la víctima y, de ser cierta, este agresor no saldría de la cárcel en los próximos 30 años: Primero, por intento de asesinato; segundo, por asesinato de una criatura viable (debidamente certificado) de octavo mes de gestación y tercero, por reiteradas amenazas de muerte a la madre de sus hijos de 8 y 10 años.

¿Qué haría usted para evitar un desenlace fatal?