¿Qué impactos tendría una revaluación de la
moneda china?

¿Qué impactos tendría una revaluación de la <BR>moneda china?

POR ADOLFO MARTÍ GUTIÉRREZ
El fenómeno de la apreciación de la unidad monetaria china (el yuan) se ha colocado desde hace ya un tiempo en el centro de atención de los mercados monetarios internacionales. Antes y después de producirse la revaluación del yuan en julio del año 2005, surgieron múltiples argumentos y debates en torno al proceso.

¿Era realmente necesario revaluar el RMB? ¿Por qué algunos países insistieron en que el gobierno chino adoptara esta medida? ¿Aceptó el gobierno chino las presiones o realizó la revaluación porque era de su interés?¿Cómo repercutiría la revaluación del RMB en las economías china y mundial?.

China adoptó en 1994 un sistema unificado para el tipo de cambio, basado en el control estatal y la flotación de la moneda. Desde entonces, la paridad entre el RMB y el dólar estadounidense apenas había sufrido cambios, ya que la cotización de la moneda norteamericana se mantuvo en los 8.28 RMB, con un margen máximo de variación del 1%. En 1997, ante el fuerte impacto de la crisis financiera de Asia y la consiguiente devaluación por contagio de numerosas divisas asiáticas, China no devaluó el yuan y preservó la estabilidad en la cotización de su moneda. En aquel momento, la política de China resultó elogiada unánimemente por la comunidad internacional. Pero al cabo de sólo 5 años, esa misma política se convirtió en blanco de las críticas. El yuan fue resistiendo todos los embates del mercado con posterioridad a la crisis asiática de 1997: la del rublo (1998), el “efecto zamba” (Brasil, 1999) y la difícil retirada de Argentina de su sistema monetario (la caja de convergencia con el dólar), cuando dio el giro a la pesificación (2002).

La situación china

La adopción del sistema cambiario de flotación administrativa en la economía china está basado en una canasta de monedas (en lugar de fijarse exclusivamente con el dólar), que oscila dentro de una banda de +/- 0.3% de ajuste diario respecto de la paridad central. Entre los países que han utilizado este sistema se encuentran Chile, Colombia, Singapur, Israel e Indonesia. Sin embargo, las autoridades chinas han asumido un enfoque propio para aplicar esta política. La diferencia importante entre las medidas anunciadas por el Banco Popular de China y las medidas que proponía J. Williamson, su principal exponente. Este propone que la revaluación debía hacerse de una sola vez (“one shot”), en una magnitud entre el 15 y el 25% y que la banda debía de ser de +/- 10%. En cambio, el gobierno chino entiende que esta medida sería muy radical, fundamentalmente debido a los problemas relacionados con el sector bancario y financiero (60% de los préstamos para vivienda son estatales) y a la posibilidad de que exista una burbuja inmobiliaria.

Los superávit comerciales de China, así como el incremento de las reservas en divisas se han considerado siempre como elementos positivos de las reformas, símbolos del dinamismo económico del país. Sin embargo, algunos expertos han comenzado a preocuparse por la factibilidad y el riesgo de mantener las reservas bajo una garantía que descanse en la tenencia de dólares. Este factor parece haber tenido un peso estratégico en la adopción de la canasta de monedas al aplicar la revaluación. Las autoridades sostienen que las reservas internacionales del país pueden garantizar el enfrentamiento a los movimientos especulativos posibles frente a la revaluación del yuan. China cuenta con más de 772 mil millones de dólares por concepto de reservas y se ubica en el segundo lugar del mundo después de Japón.

El tema crucial es el del sobrecalentamiento. La economía china viene creciendo los últimos diez años a un ritmo entre un 9 y un 10%. Ello ha generado un fuerte proceso de sobrecalentamiento. Para lograr un crecimiento más sostenido y menos agresivo las autoridades chinas han planteado la necesidad de una desaceleración controlada de la economía china, lo que denominan un “aterrizaje suave”. El Producto Interno Bruto (PIB) de China totalizó 13.65 billones de yuanes en 2004 (1.6 millones de millones de dólares), un aumento del 9.5% frente al de 2003, la tasa más alta desde 1996, cuando el PIB se incrementó un 9.6%. Para 2005 se habla de un crecimiento del 16%, basado fundamentalmente en el auge de los servicios. Ante estas potentes tasas de crecimiento, el temor a un recalentamiento económico que dispare la inflación en el país ha obligado al gobierno a tomar medidas urgentes desde la segunda mitad de 2004. China adoptó una serie de medidas para enfriar su economía, entre las que se encuentran restricciones al crédito y a la inversión, así como una leve subida de los tipos de interés.

El problema

Los chinos defienden la apreciación del yuan básicamente debido al interés de corregir una serie de desequilibrios internos en la economía. Sostienen que algunos de los elementos que pueden haber creado las condiciones para la revaluación descansan en siete factores: 1) el fenómeno del sobrecalentamiento; 2) el impacto que la política monetaria de la tasa fija de cambio ha tenido en la economía china durante el período posterior a la crisis asiática; 3) los fenómenos relacionados con el incremento de las reservas en divisas; 4) las tensiones internas asociadas a una política que preferencia la inversión extranjera directa y las exportaciones; 5) las dificultades que atraviesa el sistema bancario chino; 6) distorsiones internas creadas por los controles gubernamentales sobre los precios de los créditos, los combustibles y el monopolio estatal de la tierra; y 7) la posibilidad que la política hacia la inversión extranjera pueda desplazar su centro de atención de la promoción de las inversiones internas hacia el desarrollo de empresas chinas en el extranjero.

En septiembre de 2005, el Banco Central Chino amplió al 3%, desde el 1.5% anterior, la banda diaria de operaciones permitida para el yuan contra otras monedas, a excepción del dólar. Esta medida es parte de una serie de reformas dirigidas a lograr una mayor flexibilidad en el mercado cambiario chino, después de la histórica revaluación del yuan dispuesta por China el 21 de julio de 2005, del 2.1%. Para China, esta revaluación de su moneda no ha significado la pérdida de competitividad que esperaban los expertos. Los chinos manifiestan que la revaluación podría convertir al país en un destino aún más atractivo para los inversionistas que apostaran por el desarrollo del mercado interno y que quisieran ampliar sus ventas en China. Por ello, cualquier revaluación ampliaría el poder adquisitivo de los ciudadanos chinos. Igualmente, los sectores financieros nacionales se sienten complacidos con la medida ya que si bien ofrece cierto impacto sobre las exportaciones, posteriormente influirá positivamente sobre el comercio.

En cambio, algunos países industrializados argumentan que mantener la moneda china revaluada tiene impactos negativos en sus economías. El primero en argumentar acerca de la necesidad de revaluar la divisa china fue el Gobierno de Japón. En efecto, sus máximas autoridades llevan ya varios años acusando reiteradamente a China de manipular la depreciación del RMB para provocar una situación deflacionaria en otros países. Asimismo, otros países europeos y del Sudeste Asiático se sumaron a esta campaña. Por su parte, las autoridades estadounidenses han estado acusando al gobierno chino de mantener su moneda artificialmente baja para favorecer la competitividad de sus exportaciones. Argumentan que esto contribuye al inmenso déficit en la balanza comercial estadounidense (cerca de 700 mil millones de dólares o 5.9% del PIB) y a la pérdida de miles de empleos domésticos. Como evidencia, señalan el gran crecimiento que han tenido las reservas internacionales chinas, tras el acelerado crecimiento de sus importaciones de textiles, luego de que venciera el Acuerdo Multi-Fibras en enero de 2005. Tanto Estados Unidos como Europa amenazaron con medidas arancelarias (incremento de los aranceles a productos chinos) si este país no liberaba el tipo de cambio o lo revaluaba.

Muchos economistas internacionales prestigiosos consideran que un yuan revaluado incentiva ingresos especulativos de capitales de corto plazo, haciendo más difícil el control de la inflación. Argumentan también que si los agregados monetarios continúan creciendo al ritmo actual (por encima del 15% anual), eventualmente una mayor inflación doméstica atrasará el tipo de cambio real. En consecuencia, proponen a China que deje flotar el yuan porque, supuestamente, esta flotación y apreciación del yuan harían sostenibles las actuales tasas de crecimiento chino. No obstante, el sobrecalentamiento económico del país se ha visto acompañado por un crecimiento sistemático del 9% anual y, a pesar de ello, la inflación interna ha sido sistemáticamente inferior a la inflación en el área del dólar. Por ello, analistas han señalado ciertas deficiencias en los argumentos de Estados Unidos y Europa, lo que pudiera reflejar más bien que las presiones sólo reflejan el resultado de una retórica política y las demandas lógicas de determinados grupos en función de sus intereses económicos. Señalan que si bien aceptan que el yuan se encuentra actualmente depreciado con respecto a su tasa de cambio natural (algunos expertos fijan esta magnitud entre 18 y 60%), la solicitada revaluación del yuan no resolvería el problema del déficit comercial norteamericano.

Los mayores efectos podrían observarse a partir de las decisiones que puedan tomar las autoridades chinas en relación con el tema de las reservas internacionales. En la actualidad, una notable porción de bonos del tesoro norteamericano ha sido adquirida por China, un monto que supera los 200 mil millones de dólares, aproximadamente un 10% del total. Paul Krugnan (2005) en su articulo “La conexión china” señala que este financiamiento chino del déficit norteamericano es el que mantiene bajas las tasas de interés, protegiendo a la economía norteamericana contra las consecuencias del déficit público. Si China decidiera cambiar la estructura de sus reservas internacionales, para que estas no estén tan concentradas en dólares sino que se correspondan más con la actual estructura de su comercio, esto provocaría un incremento de las tasas de interés norteamericanas, lo cual encarecería el déficit fiscal, desacelerando la economía y ejerciendo presiones notables sobre los precios y la burbuja especulativa hipotecaria. Para los países subdesarrollados, especialmente América Latina y los países emergentes un incremento en las tasas de interés estadounidenses incrementaría el servicio de la deuda pagada, afectando las cuentas fiscales de gobiernos y empresas con préstamos denominados en dólares. Por otra parte, disminuirían aún más los flujos de inversiones norteamericanas estadounidenses destinados a países subdesarrollados. Asimismo, es evidente que este fenómeno provocaría un descenso en las importaciones y las exportaciones ya que la economía mundial se desaceleraría.

 El autor es economista y profesor universitario. Email: adolfomarti@verizon.net.do

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