Por mucho que se pretenda negar, y restarle importancia, la percepción dominante e intensamente expresada por entes de la sociedad civil, prelados y hasta reconocidos invitados extranjeros de Funglode, es la de que el país está muy afectado por la corrupción, dentro y fuera del Estado, y de que el gobierno no ha cumplido con imprimir suficiente transparencia a su gestión ni aplicado controles efectivos para que los bienes públicos estén a salvo del tratamiento de botín que ha sido típico de la política criolla, que implica dispendiar en violación a principios éticos o legales. Se asignan empleos y sueldos excesivos y resalta el tráfico de influencia para proteger a familiares, amigos y seguidores.
Contra esa percepción basada en indicios serios está el enfoque condescendiente y parcializado de quienes no se atienen a los fundamentos de los escándalos, en ocasiones documentados y testimoniados. Insistir en que la corrupción es más ruido que nueces halla explicación en lo mucho que tienen que perder políticamente quienes así se expresan, pues aunque no sean incriminables personalmente por actos negativos han debido tomar medidas efectivas para evitar que otros los cometan. La autoridad tendrá que proceder en corto plazo de manera muy concreta, sin aguajes, para que resulte una contundente realidad su voluntad política contra lo mal hecho.
En el Día de los Padres
Se cumple hoy con la tradición de rendir homenaje a la figura paterna; al elemento masculino de la procreación situado en la base de la familia, la célula fundamental del tejido social. Respeto y admiración para todos aquellos hombres de nuestro medio que cumplan con responsabilidad su rol. El país necesita de ellos. Sin sus esfuerzos para preservar la sanidad de los hogares y prohijar dignas descendencias, algunos males sociales seguirían creciendo. La pobreza es circular. Hereditaria cuando no es roto el hilo de la continuidad fortaleciendo la formación de los hijos. La paternidad irresponsable tiene directa relación con inconductas y crímenes.
El Estado tiene ineludible obligación de proteger a la familia. Es él un padre común que tiene que mantener condiciones favorables al estudio, la salud pública, material y mental, y a la creación de empleos. Con sus estructuras de servicio el Estado tiene que ejercer una paternidad colectiva y digna.