Que las ambiciones de poder no destruyan al PLD

Que las ambiciones de poder no destruyan al PLD

El Partido de la Liberación Dominicana surgió como un cuerpo de hombres unidos para completar la obra de Juan Pablo Duarte y los Trinitarios. Así lo definió Juan Bosch cuando en diciembre de 1973 anunció el surgimiento de la nueva organización.
Lograr ese propósito pasaba por desarrollar un esfuerzo conjunto de todos los integrantes de la organización que tuviera como norte el interés nacional, lo que se concretizaba en trabajar para fortalecer la democracia, la libertad, la justicia, lograr inclusión social, la modernidad del país, el progreso, la equidad de género, la protección del medio ambiente, y propiciar la solidaridad, la paz y la defensa de la identidad nacional. Esto definía al PLD como un partido progresista.
Una de las cualidades fundamentales del Partido en sus inicios fue la unidad interna. Los estatutos de la organización establecieron una serie de condiciones para garantizar la unidad del Partido y se establecía que quien atentara contra ella atentaba contra el Partido y tenía que ser sancionado. Un método para garantizar la unidad del Partido estableció que la vida interna de la organización se sustentaba en el predominio de la mayoría democrática sin descuidar el respeto a la minoría.
Todos los miembros debían observar la disciplina partidaria; la minoría tenía que subordinarse a la mayoría. El Partido reconocía y garantizaba los derechos de todos sus miembros y de los organismos intermedios y de base a expresar sus posiciones a lo interno de la organización. Las decisiones democráticamente adoptadas por los organismos superiores eran de obligatorio cumplimiento conforme al orden jerárquico.
Todo lo señalado está todavía establecido en los estatutos del PLD. Sin embargo, sabemos que hoy todo eso es letra muerta. Desde hace ya un buen tiempo, desde las más altas instancias de la organización se han venido irrespetando las decisiones adoptadas por la mayoría y ya el Partido no funciona como cuerpo. La razón fundamental de esto es que el PLD se ha convertido en un sistema de conflictos que se alimenta cada día por las ambiciones de poder. Y esto tiene su origen en el hecho de que no se ha entendido que en democracia los liderazgos son temporales, no solo porque se desgastan sino también porque la propia democracia así lo exige. Por eso, insisto en la necesidad de regular las ambiciones de poder si es que queremos recomponer la unidad del Partido. Las ambiciones de poder han dividido al PLD y están tirando por la borda viejas relaciones personales.
Lo planteado cobra más fuerza en un escenario en el cual se ha venido produciendo cambios sociales importantes, así como la pérdida de confianza en las instituciones de la democracia y el crecimiento de los sentimientos antipartidistas, tal y como quedó reflejado en el último Latinobarometro 2018. A eso hay que agregarle el surgimiento de movimientos sociales cuestionadores del actual sistema de partidos. Todo eso muy bien pudiera estar indicándonos que estamos en la puerta de una crisis del sistema de partidos en la República Dominicana.

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