Al comenzar el año las agencias globales proyectaron un panorama alentador para la región. Todo parecía indicar que el entorno mundial sería favorable para que se alcanzasen tasas de crecimiento que reflejaran una expansión de las economías. Sin embargo, después de planear entre nubes que desde el principio presagiaban un mal tiempo que parecía esperaban que se disipara, pronto empezaron, como de costumbre, a introducir ajustes, siempre a la baja. Aunque en las valoraciones generales de la economía internacional que publican las grandes agencias globales siempre queda algo en penumbra, todo lo que indica una eventual tormenta – de eso he hablado en otros trabajos – ahora de los severos ajustes actualizados responsabilizan, en general, a la “desaceleración global”, el proteccionismo que parece haberse desbocado, la volatilidad financiera global y las pésimas perspectivas de precios para las materias primas.
El ajuste del FMI en abril redujo las expectativas de crecimiento a 1.4% y ahora, en julio, reduce aún más su pronóstico fijándolo en 0.6% definiendo la contracción como “considerable” lo que afectará el esfuerzo por reducción de la pobreza y de la informalidad. El panorama en general es crítico aunque se resisten a reconocer una posibilidad de crisis en el corto – mediano plazo. De acuerdo con las previsiones del FMI publicadas en julio – está por ver qué dirán en octubre – la economía mundial que creció 3.6% en 2018 en 2019 alcanzará solo un 3.2%; EEUU bajará de 2.9% a 2.6% en 2019. En general el subgrupo de las “economías avanzadas” se desacelerará de 2.2% en 2018 a 1.9% en 2019; la Zona Euro registrará una disminución aún mayor en su tasa de crecimiento descendiendo desde 1.9% en 2018 a solo 1.3% en 2019. China, auguran, solo llegará a 6.2% bajando desde el 6.6% alcanzado en 2018 pero, comoquiera, junto a India, que aumentará su registro de 6.8% en 2018 a 7% en 2019, son las dos economías que continúan mostrando elevados niveles de expansión. Tal panorama en las economías “centrales” ineludiblemente golpeará a la región, en consecuencia, Latinoamérica y el Caribe verán caer su ritmo de crecimiento desde el magro 1% de 2018 al alarmante 0.6% en 2019 según proyección del FMI. La CEPAL, que esperaba un aumento de la economía regional del 1.3% redujo sus expectativas a 0.5%. La entidad regional también identifica limitaciones internas a los problemas que enfrenta la región: malos resultados en inversiones y exportaciones, reducción del gasto público y contracción del consumo privado y los bajos niveles de productividad. El desempleo urbano se ha remontado a 9.3%.
Visto el panorama general desde una óptica subregional Sudamérica se sitúa en peores condiciones apenas creciendo 02%, un indicador muy influenciado por los resultados muy críticos de Venezuela y en segundo lugar Argentina. Individualmente, estos y Nicaragua son los únicos que marcarán resultados negativos. Centroamérica crecerá un positivo 2.9% con Panamá creciendo 5%. El Caribe mostrará un buen desempeño con 2.1% con varios países creciendo por arriba del 5%: Dominica 9.9%; Antigua y Barbuda 5.9% y República Dominicana 5.5%.