Sobreviviendo a toda técnica que pudiera biodegradarlos para un retorno inofensivo al medio ambiente, numerosos artículos desechados instantáneamente llegan como tales a representar una de las amenazas por contaminación más ostensibles para la humanidad: un problema mundial de previsibles consecuencias nefastas que 95 países del mundo, incluyendo la República Dominicana, acaban de comprometerse a revertir en plazo fatal. La cuenta regresiva contra el material plástico que inunda imperecedero suelos y océanos a través de consumos generalizados ha comenzado. Su capacidad de agredir la salud humana, las de especies zoológicas y a las plantas alterando sus ciclos y degradándolas, cobra intensidad al ser mayor cada vez su condición de desperdicio. Su presencia obstructiva en cursos de agua y drenajes impide el saneamiento en los barrios marginados de Santo Domingo y Santiago, entre otras ciudades, disminuyendo con severidad la higiene y haciendo de caldo de cultivo a virus y bacterias. República Dominicana está particularmente atrapada en nocivas acumulaciones de desechos con predominio del plástico por la inconsciencia e ignorancia que impide reaccionar a los conglomerados más pobres contra su proliferación.
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Los intentos de integrar a sectores populares y de clase media baja a prácticas facilitadoras del reciclaje han fracasado. Aquí es más crucial que en otras partes del mundo poner fin en sus orígenes industriales y mercadológicos al envasado barato y ominoso de una amplia diversidad de productos, la mayoría preferidos por bajo costo en niveles populares. Un mal arropante que ha cambiado paisajes urbanos, fluviales y costeros. Mucho de los contenidos alcanzan los océanos donde se calcula que 100 mil aves y mamíferos acuáticos mueren cada año por culpa del plástico. Entre 12,000 y 14,000 toneladas de restos de esta sustancia van a parar a espacios marinos del planeta cada año. Aunque es biodegradable en lo fundamental, es capaz de generar fragmentos microscópicos que, comprobadamente, están yendo a parar de diferentes formas a los cuerpos humanos. No hay mañana para las especies, incluyendo la humana, si el plástico no deja de llegar al ambiente.